Fuego y otros poemas perdidos
Sea esa risa de sarmientos locos
el danzarín reflejo de su muerte.
La piedra del hogar mana descanso
cuando helada y sopor pueblan el tiempo
del tacto inerte de su lengua escasa.
Todos me van a tener que oír y otros poemas
un día me voy a transformar
en un pomo recto de boca ancha pero sin tapa
un día de éstos confundo a las mariposas
con los murciélagos
un día venzo al sol y te lo pongo …
Tres poemas de Ricardo Pau-Llosa
Cada vez que mira debajo de las hojas
suelta una risa.
Cualquiera diría que es una saya.
Los que lucen peores son mejores,
pero al tacto solo como ellas son.
Excelencias de la vida común y otros poemas
Hazme el amor,
como si no existiéramos,
como si yo fuera el cuerpo que deseas,
y no, tan solo, el amor de la casa.
El azoro y otros poemas
Lo más terrible es este azoro
De sentirse uno mismo y no explicarse
De callar lo que no se debe
Lo que perdió su medida al paso de los días …
Tres poemas de Marina Tsvietáieva
Algún día, criatura encantadora,
para ti seré sólo un recuerdo,
perdido allá, en tus ojos azules,
en la lejanía de tu memoria.
Olvidarás mi perfil aguileño…
Calle Concordia y otros poemas
La casa donde nací ya no es mi casa:
tiene nuevos propietarios
y ciertas modificaciones
en la estructura
y la decoración.
En fin, la vida, y otros poemas
Hablaremos palabras caídas en gotas de azogue
El sueño eterno de la eterna juventud
como el primer emperador
que unió la China
Para entonces…
Little Havana Memorial Park y Calle Estrella y otros poemas
I
Cuanto queda de Little Havana
es un quicio: el atardecer lo cubre;
todos los atardeceres se unen para cubrirlo.
En ese quicio dejamos sentada
nuestra sentencia.
Vidas que fueron un número
menos inequívoco que el del Seguro Social
edificaron este panteón:
Tres poemas de Emily Dickinson
I'm nobody! Who are you?
Are you nobody, too?
Then there's a pair of us -- don't tell!
They'd advertise -- you know!
How dreary to be somebody!
How public like a frog
To tell one's name the livelong June
To an admiring bog!
¡No soy nadie! ¿Quién eres tú?
¿Tú tampoco eres nadie?
Una imagen de mujer en mi exilio y otros poemas
Esa mujer que en el Subway me mira y se muerde los labios
no me conoce.
Está nevando
y esa mujer es capaz de derretir la nieve cuando se abre el chaleco.
Se ve que tiene carnes que no soportan la tela.
Desafía con su escote el invierno.
Desborda sus senos.
Esa mujer me provoca sin conocer mi raza.
Jazz de otoño y otros poemas
Inofensiva y hermosa
la voz desgarra el mutismo
y se disuelve en los acordes.
El instrumento clama y la garganta
rebota majestuosa.
Hay intensidad en los sonidos
los rostros se distienden.
Como de piedra quedan todos
entre los grandes silencios
enganchados en la curva melódica
que acomoda las palabras.
La voz se va de un modo discreto
tal como llegó.
Entonces se escucha el clamor
Intermezzo y otros poemas
No habito las horas
sino su imagen
el-ár-bol-de-ho-jas-ca-í-das
la duración del cambio
en el segundo que ya no existe
oxímoron de una memoria
que deja entrar por el ojo demacrado
la eternidad de una libélula
Temporal y otros poemas
la voz de Beth Hart y un piano
litro de whisky una breva
un ángel de acero lleva en sus alas a un baqueano
la luz mitiga lo arcano y el misterio se convierte en evocación inerte
son siete poemas que hago de un verso de Saramago
hay días que tengo suerte…
Tres poemas de Sylvia Plath
Hay una pared blanca sobre la cual el cielo
Se crea a si mismo
infinito, verde, totalmente intocable.
Los ángeles nadan en él, y las estrellas, también indiferentes.
Son mi medio.
El sol se disuelve en esta pared sangrando luz.
Una pared gris ahora, con garras y sangrante.
¿No hay forma de evadirse de la mente?
Las heridas del Hudson y otros poemas
Tirado sobre las piedras incomprendidas
que marginan al río Hudson,
sobre esos reproches endurecidos
que han desairado las aguas,
veo pasar un cortejo silencioso y laxo,
turbios despojos de condones
que han perdido la emoción y el encanto…
Hay verdor y exuberancia y otros poemas
Hay verdor y exuberancia, hay maravillas
que mi madre supo entretejer en la tiniebla
y decirme, por ejemplo, que este pétalo fragante…
Afuera llueve y otros sonetos
Y nada era verdad. Todo mentira
el humo no llegaba desde el fuego
pues todo se quedaba para luego
la única verdad era la ira.
Éramos polvo y nada en la costumbre
transcurríamos leves y olvidados
por un cíclope muerto vigilados
que asfixiaba el paisaje con la herrumbre.
Tres poemas de Marianne Moore
A mi también me desagrada: hay cosas más importantes que
todo este enredo.
Y sin embargo, cuando se la lee, aunque sea con un desdén
absoluto, se descubre en
ella, después de todo, un lugar para lo auténtico…
Preferimos el Paraíso y otros poemas
Santo admirado por los cielos,
feliz Felipe Neri era el patrón
de mi colegio allá en La Habana,
en que la calistenia al aire libre
y el canto sacro dentro
disponían el cuerpo y el espíritu
para eventuales cataclismos de alma…