Palabras y otros poemas

MIREYA GOÑI CAMEJO

Palabras

Soneto para Nuvia,

por Borges y el oblivion. 

Las palabras liberan los espacios,

los espíritus vuelan a su aire,

los recuerdos suavizan su donaire,

el amor se reparte entre prefacios.

 

Un placer compartir viejos secretos,

agradables palabras de intercambio,

tentación que nos libra del oprobio,

vuelos tensos de versos en aprietos.

 

Imágenes de historias compartidas

que realizan piruetas con el viento,

personales retiros de la vida.

 

Añoranza, caricias abatidas,

protección que reboza del instinto,

sensación de oportunidad perdida.

 

Si fuera lastre el alma

 

Atrás quedó la casa, las tazas,

los manteles.

La esquina conocida, el parque,

los laureles.

El lastre de la vida,

si fuera lastre el alma.

Todo lo que pesaba, los bultos

y la calma.

 

Las cenizas queridas, con palabras

cortadas,

se quedaron a oscuras en el mármol

atadas.

Disciplina de flores, tradición

enlutada.

Calendarios que marcan las citas

obligadas.

 

Kilómetros de agua, naufragios

a destiempo.

Llamadas incompletas, con triviales

encuentros.

Nacimiento forzado, ya no eres

lo que fuiste.

Reconstruyes recuerdos, impulsos

de convite.

 

Dejaste allá los muebles, los libros,

los asientos.

La historia conocida, los héroes,

los cimientos.

Pletórica de lluvia, corrías

a su encuentro.

La vida te llevaba, de la mano,

a su tiempo.

 

Latir acompasado del aire y

su tormento.

Abandono del cuerpo que hoy

no tiene cuenco.

Nuevos pasos en suelos de aguas

amarillas.

Respiración profunda, de suspiros,

de orillas.

 

Y recuerdas el cuadro, la mesa,

la mantilla,

los rezos de una bruja que llegó

confundida,

pensó que tú querías bendiciones

de humo

y se fue toda envuelta en un sudario

oscuro.

 

La escuela, los jardines, las flores

de azalea.

Los botones de hilo y la caja

de abuela.

Todo se te retuerce, en los ojos

y el alma.

El aire que te falta, respiras,

con agallas.

Lajas rotas

Por Luis Manuel y por los otros,

por los nuevos mártires, por todos.

 

Las tumbas lloran.

Las flores se secaron.

El suelo se agrietó.

De mármol rotas lajas

reposan mancilladas,

violadas por el robo de las almas,

de los dedos, de las joyas,

de los dientes, de los escapularios.

Tierra sin agua, húmeda

de sudor y miedos,

de lágrimas.

 

El mar trae la tormenta.

Se lleva las memorias

y los gritos.

El viento arrastra el gris,

las turbulencias,

los restos.

 

Las voces están lejos.

Desafueran, desafían,

se desgarran, mienten, cantan,

no se callan.

Sufren las verdades

ocultas, desveladas.

Las que supimos después.

 

Adentro callan, también mienten,

gritan

hacia el centro del pecho.

Sufren y se ofrecen los cuerpos

maltratados.

Mártires nuevos, de nuevas orgías,

de nuevos cataclismos.

Desahuciados.

 

Ojos cerrados, cabezas gachas,

cabezas “sí”, cabezas astutas:

Adentro.

Ojos abiertos, cabezas erguidas,

cabezas “no”, cabezas astutas:

Afuera.

Dos caras de la historia.

Descubrimiento.

 

Crónica dolorosa, con disparos,

lamentos, asombros y vergüenzas.

Cargan su dinamita dolores en el pecho,

engaños, decepciones, tristezas compartidas.

 

Mártires del entierro

y del destierro.

Fábrica supurante de burbujas

con lava en las entrañas.

Volcanes acechantes a la espera de

la cánula.

 

Perdónanos, señor, amén y gracias.

Insomnio

 

En esta noche insomne, de párpados guerreros

intento cuerpo y alma conciliar,

más no llego.

¿Cómo lograr la paz si no hay sosiego?

¿Cómo una almohada blanda,

dolores en la nuca provocando,

trae consuelo?

 

De credo y físico el dolor taladra,

que fuerza y entereza van quebrando.

No solo un yeso odiable aprisionando un ala,

es también un suspiro,

verdugo de mi alma.

Cual cuchillo, lluvia de pensamientos

me hace levantar y mirar fuera;

oscuro y sensual viento hace el amor

a elegantes palmeras.

Un rutilante, hondo y negro lago,

me muestra el cristal de la ventana;

la imagen ronda y nívea

de la luna

es destello de luz

en sus aguas calladas.

 

Arropados mis pies deslizan pasos

en cálida y desnuda alfombra inerte.

De espíritu travieso acompañante

protejo el ala herida en mi regazo

y remuevo el cabello de mi frente.

Temblorosa el ala sana toma,

recipiente, traslúcido y brillante,

con agua limpia, refrescante y clara,

para esta mi garganta reseca y anudada.

 

Ni trescientas ochenta páginas de historia,

mi rebelde desvelo logran apaciguar,

el libro cae vencido en la mullida alfombra

rendido ante batalla tan dispar.

Cuando físico y credo se acompañan:

¡Menuda comunión de fortalezas!

impiden paz y sueño concertar.

Cristales rotos

 

Hieren mis plantas los caracoles,

sangran los dedos de fino andar.

Túnica blanca tobillos cubre,

los pies a ritmo de punta van.

 

Peso de lino, espuma, rocío,

frágil el verbo para increpar.

Cristal de roca, destello, hastío,

ojos cerrados y respirar.

 

Piso los restos de vidrio muerto,

Siempre dispuestos a lacerar.

Sendero impío de heridas crudas,

pluma, estilete, daga, puñal.


 Roble mío

                                    A Luisito, en sus 25

Dicen que me falta tu poema y

nadie sabe lo que cuesta un verso.

Existen otras formas,

decires, simples gestos.

Tu luz es suficiente.

No sé qué haría sin ti.

Frase simple, verdad eterna.

Te mereces lo cursi,

también lo extraordinario.

Semilla de mi flor, raíz del tronco mío.

Roble hoy, antaño arbusto frágil.

Me acunas, te cuidé.

Me cuidas, te acuné.

Después de las respuestas, te pregunto.

Preguntas como antes, te respondo.

Soy yo quien llama ahora y ahí estás,

pero siempre que llames, estaré.

Y así será mientras yo pueda respirar.


Mireya Goñi Camejo (La Habana, 1966). Licenciada en Letras, en la Universidad de La Habana, especialista en Literatura Hispanoamericana. Ha sido bibliotecaria, promotora cultural y organizadora de eventos en la Biblioteca Nacional José Martí y en el Centro de Información Científica y Bibliotecología del Ministerio de Ciencia en Cuba. Fue profesora invitada (2007-2009), impartiendo cursos de Historia de la Literatura Hispanoamericana, en el Colegio Universitario San Gerónimo de la Habana. Durante catorce años trabajó como profesora de Lengua española y Literatura en el área de la educación internacional en la International School of Havana, en Cuba y posteriormente en la DC International School, de Washington DC en EU. Su formación posgraduada incluye estancias, cursos y certificaciones internacionales en instituciones como la Universidad Antonio de Nebrija, en Madrid, el Centro de Examinación Internacional de Cambridge University, UK, y el Consejo Europeo de Escuelas Internacionales. Reside en los Estados Unidos desde 2014.

Su primer libro de poemas “Magras Estaciones. Poemas del amor y de la vida” (2022), disponible en Amazon, tuvo una excelente acogida. Sus versos han sido publicados en revistas literarias como Linden Lane Magazine, La libélula vaga y Baquiana. Tiene en proceso una colección de cuentos.


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