El hondo corazón del Yeti y otros poemas
LÍDICE MEGLA
EL HONDO CORAZÓN DEL YETI
…el hondo corazón de las rosas…
Margueritte Yourcenar
Yeti se sumergió en el hondo corazón de la rosa.
La rosa, dentro de ella misma, fue agrandándose,
cayendo en su propia hondura, pétalo a pétalo,
hasta llenarse el corazón de sustancia Yeti.
Hasta estrellarse en suelo Yeti. Allí, él la levantó,
y le mostró el camino para la tala de espinas,
y por ese trabajo hacia adentro, ella las cortó y le hincaron la voz.
Entonces, Yeti le besó el dolor hasta dejarla muda,
y así le nació a ella el silencio por dentro,
y un frio implacable le secó el pecho.
Y tembló, hasta que de mudez le creció un pelaje yeti.
Y sintió el calor, como lo siente un yeti que es libre
en su casa de ramas en el bosque.
Y vio por dentro su corazón de rosa,
y se bebió toda hasta comprender el dolor:
todo el dolor humano,
todo el dolor Yeti,
y que ya estaba muerta.
CON LOS HONGOS EN WESTWOOD LAKE
Bajo las filas
de cedros
un coro
de ángeles
abraza
un tronco
que ya es olvido.
Sobre
la paciencia
de un país
de musgo,
me inclino,
y en el canto
de un pájaro
transcurre
indefinido
el tiempo.
Entran y salen
las deidades
de los hongos.
No las veo,
pero sé,
que los milenios
se entrelazan
ahora en mi cesta
y han resucitado
por la gracia del micelio:
¡Y escucho a los hongos amándose!,
y enardezco de creación.
Y aprendo el amor de los hongos por la vida,
y a amarla como ellos.
TRIACA BAJO LA INCREPANTE OSCURIDAD SALVAJE
Esta es mi primera noche en la oscuridad increpante.
Dejo mis ojos abiertos
Dejo mis ojos abiertos
En el reino hundido del Padre Carbón
desde antes de que hubiera fuego
me acuesto aquí y olvido nuestras vidas
solo huesos y protozoos emocionados
en la cálida compañía de los de sangre fría.
Sé que amo el día.
Me acuesto aquí y olvido nuestra vida.
Todo lo que veo es que salimos flotando
entre las grandes estrellas
en el vacío.
Esta es mi primera noche en la que me acuesto bajo la oscuridad increpante
en el corazón de un hombre.
Allí duerme un gusano.
El gusano
hace girar el corazón sobre sí mismo
y sueña
sueña que cuando termine
se soñará a sí mismo alas negras.
Es por eso por lo que
para mi primera noche bajo la oscuridad increpante
inventando pequeños fuegos
pisoteo una cama y la lleno de lazos
traje dos cuencos secos para la triaca
los dejo abiertos
dejo mis ojos arder como pozos de yesca
en la oscuridad enceguecedora ardiendo
Sé que amo el día
pero me gusta más, tumbada en la tierra,
la forma en que las llamas yacen en la pila de leña
como una huella en esperma
siempre en su oscuridad soy una extraña. Despierta.
Cuando despierto las últimas brasas apagadas
el último humo tejido perdiéndose en las estrellas
en la oscuridad increpante
amaré, sé que todavía amaré el día.
El sol en la montaña asombrado bajo los árboles
oh, los gigantescos árboles hermanos, únicos compañeros
después de mi primer acostamiento bajo cada pie de raíz
flotaran en la brisa las cúpulas.
No será como esas brisas trascendentales que hacen doler el corazón.
Oh, no, traerá felicidad. Aun así, me acuesto y espero boquiabierta ante el fuego que se inventa.
Sé que viví media vida en el mundo.
La mitad de mi pertenece a la oscuridad salvaje.
ILACIÓN
los huevos de esturión
como bergamotas naranjas
en la estufa donde el agua hierve
con el vértigo de todos los ríos
tragados por los pinos,
y ahora en el té
con la resina de todas las nubes
cimbreando en la taza:
por el poder de mi saliva,
todo lo que he probado vive.
ID LIGEROS
“estad juntos, aprended las flores, id ligeros”.
Para los niños. Gary Snyder
De relieve lo que somos:
la libertad de la danza
en el ganso salvaje,
la nube en el cielo,
los pinos cimbreantes,
su entorno
en el pantano,
sobre el filo de la muerte,
las flores
ligeras
caen en el escenario
de la deforestación
implacable en las montañas,
abatidas,
las rocas agrietadas y polvorosas
se abren
y lloran:
esta guerra contra la tierra no acaba,
han pasado un millón de veranos
y naciste tú sobre el presente verano;
con lo que queda de bosque
debes aprender las flores,
debes ir ligero.
Deben estar juntos.
Adquiera el libro: https://a.co/d/hQ7uB9Q
Lídice Megla (1968) Camajuaní, Villa Clara, Cuba. Reside en Canadá desde 1999.Licenciada en Educación, especialidad Lengua Inglesa. Máster en Traducción (VCC). Ganadora del Primer Lugar del Décimo Concurso Internacional de Poesía, “El mundo lleva alas” 2018, Editorial Voces de Hoy, Miami, Florida y Primer Lugar del Concurso Internacional de Poesía “Arte con palabras”, Art Emporio, Miami. Educadora, traductora y poeta. Miembro del Registro de Escritores Hispanistas Canadienses, sus poemas aparecen en revistas y antologías internacionales. Ha publicado: Tú la Bestia, 2018. Totémica Insular, 2019. Mujer Sin Paredes, 2020.