Galán de noche
Un héroe cuya única ambición es cultivar su jardín. Suena romántico. Y lo es. Aun cuando resulte inapreciable para algunos. En Villa Encantada impera la diversidad, como en el zoológico. Y a Dios gracias. En lo que a mí respecta, por ejemplo, el héroe es adorable mucho más por jardinero que por héroe. Si no fuera por lo que hace, por encima de lo que es o lo que fue, él y yo no habríamos sobrepasado nunca los límites del saludo habitual entre vecinos. También el galán de noche hizo lo suyo. Esas inflorescencias claras, de blancos o amarillos verdosos, brotando en racimos de muchos capullos que invaden el anochecer con su fragancia.
Clinica del dolor
Supo desde el principio que no iba llegar a la carretera. Le dieron fuerte. Cada combinación posible de patadas y puñetazos en cada miserable milímetro de su cuerpo. Más que dolor, siente cansancio. Y la carretera está lejos. Debe arrastrarse, salir del marabuzal, deslizarse bajo la primera alambrada, arrastrarse, cruzar el potrero, los charcos, las matas de sensitiva, los malditos arbustos de aromas, los odiosos mogotes que la gente llama “sertanejos” formados por la humedad o por antiguas roturaciones del terreno, cruzar una segunda cerca, arrastrarse y arrastrarse durante horas, dejar su maltratado pellejo en el pedraplén y, finalmente, quedarse bocarriba…
En el EMBELI
Nadie aquí lo vio venir, porque eso andaba seguramente pegado al cuerpo del hombre como otra sombra. ¡Una sombra sin sombra! Así debió haber sido desde hacía mucho tiempo: el hombre con su asunto, o al revés. Algunas veces no hay modo de saber qué cosa va primero, si un hombre o su problema. Fagúndez, de apellido. Por mucho tiempo lo llamaron «el de la Reserva». El ejército lo traía en sus modos y la gente seguía viendo eso. Lo habían mandado a la empresa expresamente, según se decía, para enderezar esto, y alguna gente lo miraba con roña.
1924: Surtidores Pasionales
Mamá no podía olvidar los 1° de mayo en Varsovia, eran días sangrientos para la comunidad judía. Cuando los nacidos en Polonia de religión hebrea intentaban marchar al lado de los socialistas y comunistas polacos, éstos los rechazaban a golpes.
Ella no sabría que en el futuro una película retomaría el mismo caso en un episodio sobre este repudio en una secuencia con Marlon Brando y Karl Malden donde un 1° de mayo los estibadores judíos se unieron peleándose por el derecho a participar en el desfile.
La isla y la tribu
Sobre ti: vengan a dar sobre ti los perros de la jauría, los muchos del hortelano; perreras de escritorio, más que de cetrerías, y menos de enjundio que de cazalibreros: los alientos del austromano. La isla, de nuevo, se recorta como una imagen impuesta sobre el horizonte. La otra muchacha, de nuevo, otea en vano el campo visual de su atalaya y siente haber, en tal ejercicio, imagen cierta de fe.
El Inodoro
Cuando llegué a Miami como todo cubano que lograba fugarse de la harapienta isla de Cuba, vine dispuesto a ganarme la vida como fuera. Ya era libre y al fin persona. Venía sin ningún tipo de prejuicios a vivir y tratar de tener un mejor futuro. Entre otras cosas, limpié baños en FIU, trabajé para bandidos con los que tuve que pelear porque al final no me querían pagar.
Fusilamiento
Me llamo Ismael, Ismael Hernández para servir a Ud. y a Dios. Ahora estoy acá pero antes estuve tres meses de tortura e interrogatorio en las celdas del G-2 y cinco encerrado en la prisión de la fortaleza de La Cabaña. Me acusaban de conspirar para cometer magnicidio junto a otros
Fragmento de “Elena”, del libro inédito “Relatos de amor de la vida real en la Ciudad de México”.
Conocí a Elena cuando fui a renovar mi Credencial de Elector en una oficina allá abajo, en una calle estrecha y algo zigzagueante nombrada Santa Lucía, al doblar a la derecha si se viene de sur
Nautilus
Sabía que era un bar, pero todavía Julián no bebía como para entrar a pedir un trago fuerte, que era lo que allí vendían. Además, con 16 años, ya rumbo a los 17, aunque le faltaba un trecho por recorrer, aún se encontraba en la etapa de ocasionales cervezas para mitigar el calor. Sin embargo, le atraía el sitio, pensaba en su interior.
La tumbadora
En el muelle el sol calienta las espaldas de los estibadores, las gaviotas vuelan despreocupadas y voraces sobre la bahía en calma, pero Demetrio, el viejo que tira la cachucha con los avisos de la luna para capturar pequeños monstruos de sueños…
Razón de Bárbara
Yace aquí una mujer, yo, que, según dijeron, perdí la razón en vida. Como la vida es y no es sueño; y como la muerte es y no es muerte, he estado aquí como dormida. Si perder la razón es como estar ya muerta, o muerto, yo estaba viva…
El regalo y otros cuentos
Mi padre ha avisado que traía un juguete que hace tiempo le pedí. Creo que trata de darme una sorpresa. Comienzo a pensar en todos los encargos que le he hecho desde hace algunos años. Después de una rigurosa selección, estoy decidido a afirmar que será una…
Eternidad del árbol
Inmóvil, desde el lecho veía recortarse el mundo a través de la ventana. Porque ése, era el mundo, sin dudas —su mundo— este recorte colocado frente a sus ojos con algún propósito. Podía tratarse incluso según estaba dispuesto a admitir, de un fotograma animado ocasionalmente por el movimiento de las…
Plenilunio
Cuarenta y cinco dólares. Tal era el patrimonio de Pierre Charles L’Enfant al morir en 1825, a los setenta años. Y no hablamos de moneda contante y sonante, sino del valor calculado de tres relojes de bolsillo, varias brújulas, algunos libros y unos pocos instrumentos de…
El pianista y la noche
Cuando las notas finales de la Malagueña desaparecieron entre el murmurio del público que llenaba el recinto, el pianista se dispuso a utilizar la pausa que le correspondía según su contrato de trabajo en el bar. Con las manos descansando todavía sobre el teclado, desvió un instante la vista hacia la gente que bebía tragos…
Olvide el orgullo
Me había quedado una manilla del día anterior y opté por tratar de venderla en el Downtown de Miami, y así estar cerca de la «joyería de Alí Babá» para volver a comprar. Serían cerca de las once de la mañana cuando, luego de casi una hora de andar proponiendo la prenda, fui a la parada de ómnibus que van a Miami Beach; y, no hice más que llegar, y le propuse la joya a una rubia cuarentona con una gruesa cadena en el cuello de la que colgaba la Virgen de la Caridad.
El paraguas
El señor Cabañas es un hombre sin vicios, algo bastante insólito en esta época en que la gente habla de estadías en centros de rehabilitación como se hablaba hace medio siglo de viajes en barco, retiros espirituales o visitas a las cataratas del Niágara.
Desde los trece años, cuando se fumó un habano a escondidas de su padre, y estuvo tres días vomitando bilis, tomó la determinación de no volver a probar la nicotina. Y el solo recuerdo de su padre borracho, peleando con su madre por cualquier cosa sin importancia…
Octavio es nombre de emperador romano
En el jardín sonaba la música de Glen Miller y olía a madreselva. Bailaba mejilla con mejilla con la mujer alta del vestido rojo. Aspiró su perfume de Guerlain y sus muslos apretaron la pierna derecha de ella. Comenzaba a tener una erección, pero cuando fue a besarla lo despertó el dolor en la cadera. La erección se convirtió en un insoportable deseo de mear. Los perfumes en una mezcla de olores nauseabundos. Alzó la vista al cielo y en vez…
Tres relatos breves de "Gabinete de dragones"
Érase una nariz a un dragón pegada… Así principiaban los versos del poeta, pero eran inexactos, pues el dragón no era otra cosa que nariz, una nariz inmensa, una nariz superlativa. La nariz recorría las calles de San Petersburgo olfateándolo todo, pues se alimentaba exclusivamente de olores. Podría decirse que «metía la nariz en todo»… Los dulces olores que brotaban de los hornos de las pastelerías lograban saciarlo en pocos minutos.