Eternidad del árbol
Inmóvil, desde el lecho veía recortarse el mundo a través de la ventana. Porque ése, era el mundo, sin dudas —su mundo— este recorte colocado frente a sus ojos con algún propósito. Podía tratarse incluso según estaba dispuesto a admitir, de un fotograma animado ocasionalmente por el movimiento de las…
Plenilunio
Cuarenta y cinco dólares. Tal era el patrimonio de Pierre Charles L’Enfant al morir en 1825, a los setenta años. Y no hablamos de moneda contante y sonante, sino del valor calculado de tres relojes de bolsillo, varias brújulas, algunos libros y unos pocos instrumentos de…
El pianista y la noche
Cuando las notas finales de la Malagueña desaparecieron entre el murmurio del público que llenaba el recinto, el pianista se dispuso a utilizar la pausa que le correspondía según su contrato de trabajo en el bar. Con las manos descansando todavía sobre el teclado, desvió un instante la vista hacia la gente que bebía tragos…
Olvide el orgullo
Me había quedado una manilla del día anterior y opté por tratar de venderla en el Downtown de Miami, y así estar cerca de la «joyería de Alí Babá» para volver a comprar. Serían cerca de las once de la mañana cuando, luego de casi una hora de andar proponiendo la prenda, fui a la parada de ómnibus que van a Miami Beach; y, no hice más que llegar, y le propuse la joya a una rubia cuarentona con una gruesa cadena en el cuello de la que colgaba la Virgen de la Caridad.
El paraguas
El señor Cabañas es un hombre sin vicios, algo bastante insólito en esta época en que la gente habla de estadías en centros de rehabilitación como se hablaba hace medio siglo de viajes en barco, retiros espirituales o visitas a las cataratas del Niágara.
Desde los trece años, cuando se fumó un habano a escondidas de su padre, y estuvo tres días vomitando bilis, tomó la determinación de no volver a probar la nicotina. Y el solo recuerdo de su padre borracho, peleando con su madre por cualquier cosa sin importancia…
Octavio es nombre de emperador romano
En el jardín sonaba la música de Glen Miller y olía a madreselva. Bailaba mejilla con mejilla con la mujer alta del vestido rojo. Aspiró su perfume de Guerlain y sus muslos apretaron la pierna derecha de ella. Comenzaba a tener una erección, pero cuando fue a besarla lo despertó el dolor en la cadera. La erección se convirtió en un insoportable deseo de mear. Los perfumes en una mezcla de olores nauseabundos. Alzó la vista al cielo y en vez…
Tres relatos breves de "Gabinete de dragones"
Érase una nariz a un dragón pegada… Así principiaban los versos del poeta, pero eran inexactos, pues el dragón no era otra cosa que nariz, una nariz inmensa, una nariz superlativa. La nariz recorría las calles de San Petersburgo olfateándolo todo, pues se alimentaba exclusivamente de olores. Podría decirse que «metía la nariz en todo»… Los dulces olores que brotaban de los hornos de las pastelerías lograban saciarlo en pocos minutos.
La traición
En ningún momento he pensado en arrepentirme de nada; no tengo porque hacerlo, además, la idea no me entusiasma mucho. Las cosas ocurren, ocurrieron y creo que si intento lamentarme sería como asumir una suerte de falta que no he cometido; por otra parte, estoy segura que pasaría el resto de mi existencia mucho más amargada, con complejo de culpa que no, que definitivamente no debo arrastrar.
El mirón de las cinco
¿Es normal que un hombre normal ame a un maniquí? Desde luego que sí. Lo anormal quizá fuera que el maniquí ame al hombre. Este es el tipo de menudencias en las que me gusta pensar mientras practico mi deporte favorito que es el aburrimiento. Sólo cuando me aburro siento que estoy instalado cómodamente en el tiempo. Libre por un rato de la tiranía del reloj…
Táneshka
Una vez cerrado el inevitable paréntesis de algo más de dos años, impuesto en las vidas de todos, por causa, o con la excusa de la pandemia, o naturalmente concluido éste, Paola y yo, habíamos alquilado un cottage cerca de Port Isaac, donde entonces se rodaban los capítulos correspondientes a la enésima temporada, de la exitosa serie “Doc. Martin”…
Gastón
La tarde volvía a lucir espléndida. Fue entonces que la elegí. Tenía un aire tan sereno y altivo que pensé que no me complicaría entrando y saliendo continuamente de tiendas y bazares, o subiendo y bajando de tranvías. Llevaba un bolso que parecía algo pesado, si bien no aparentaba estar completamente lleno. Suponía que la dama no rebasaba la medianía de edad; aún así, caminaba despacio, como si tuviera…
El vuelo y la caída del dron
La primera vez apareció en lo alto de la noche silenciosa, salido de la nada, o eso me pareció. Alumbraba de verde esmeraldino la panza abultada y compacta de una formación de nubes. El efecto de la luz al interior del nimbo era de un verde algodonado con vetas, manchas, coágulos de un verde oscuro, verde olivo más bien…
Hoy ha nevado en La Habana
Fue de noche cuando llegué a La Habana. Pero esa noche era ciega y confusa como supongo son las noches que no escogemos, ¿no? Me explico: noche afuera en los pueblos y los paisajes vistos desde la ventanilla. Noche en los sudados vagones sin luz que …
Instrucciones para matar un enano
La Habana, otoño de 196
Efraín Trelles García, graduado en Filosofía y Letras por la Universidad de La Habana, crítico e investigador literario y además militante del Partido Comunista de Cuba…
Tristes memorias
Cada vez que preguntaba por él, le decían lo mismo. El oficial de guardia fruncía el ceño, se hacía el que no la había visto nunca y revisaba varios cartapacios que tenía sobre la mesa de la recepción.
Artefactos
Estaba sentada hacía media hora frente al tocador y no terminaba de desperezarse. Anotó dos números telefónicos en la agenda diaria y fue hasta el baño nuevamente. Sentada en el inodoro miró la blanca pared y descubrió un ojillo mágico que la miraba.
La estatura ideal
Yo recuerdo que de niño, cuando no estaba mi padre, me sentaba a la mesa a mirar las revistas de moda de mi madre. Ella, desde el reclinable frente al televisor, me observaba, sonreía y sentenciaba: tú vas a ser diseñador. A mi padre no le gustaba mi afición por la moda, no me regañaba, pero yo se lo notaba en la mirada.