Poemas de “La patria es una naranja”
Isla de Cuba,
cuántas guitarras han sido rotas en tu nombre,
cuántos tiranos te han violado
luego de haberte proclamado doncella
nuevamente
Poemas de Anne Sexton
Durante meses mi mano ha estado encerrada
en una caja de lata. Allí no había sino rieles de metro.
Quizás esté magullada, pensé,
y por eso la han tenido que encerrar
Nudo gordiano y otros poemas
Atados de pies y manos
un nudo en la garganta.
La pena, el hambre
o simplemente el amarre sobre nuestros pasos
en la colegiala: su cabeza y su cinta
Canto a la Isla amada y otros poemas
Voy por este camino
donde el dolor y el presagio
es el mismo de ayer,
cuando cruzaban los menceyes
trayendo a sus cautivos.
Todo parece tan ajeno
Nueve poemas de “Gastón Baquero, lo que no se ve”
Ir hacia ti, mujer de la ancha sombra,
Celosa de tus luces recogidas,
Donde enmudecen ya sendas heridas
Entre la Gracia que el silencio nombra.
Ir hacia el lirio que en tu frente asombra…
Yo no hallo y otros poemas
Yo no hallo paraíso sin ti
camino sin ti
rumbo, tiempo
puentes que no sean tus ojos
aire que no esté en tus labios.
Yo convoco a los astros a decir…
Sin pelos en la lengua y otros poemas
A rayo ha de saber ese jabón
porque inevitable será afeitar
con la debida frecuencia
semejante fláccido instrumento,
tomando precaución en esa,
eso sí, ineludible competencia…
Donde termina la desesperanza y otros poemas
Ha muerto Ray Bradbury,
todos brindan con vino del estío.
Ayer murió una muchacha atropellada por un camión,
la prensa no ha dicho nada.
No me abraza bandera alguna.…
Fuego y otros poemas perdidos
Sea esa risa de sarmientos locos
el danzarín reflejo de su muerte.
La piedra del hogar mana descanso
cuando helada y sopor pueblan el tiempo
del tacto inerte de su lengua escasa.
Todos me van a tener que oír y otros poemas
un día me voy a transformar
en un pomo recto de boca ancha pero sin tapa
un día de éstos confundo a las mariposas
con los murciélagos
un día venzo al sol y te lo pongo …
Tres poemas de Ricardo Pau-Llosa
Cada vez que mira debajo de las hojas
suelta una risa.
Cualquiera diría que es una saya.
Los que lucen peores son mejores,
pero al tacto solo como ellas son.
Excelencias de la vida común y otros poemas
Hazme el amor,
como si no existiéramos,
como si yo fuera el cuerpo que deseas,
y no, tan solo, el amor de la casa.
El azoro y otros poemas
Lo más terrible es este azoro
De sentirse uno mismo y no explicarse
De callar lo que no se debe
Lo que perdió su medida al paso de los días …
Tres poemas de Marina Tsvietáieva
Algún día, criatura encantadora,
para ti seré sólo un recuerdo,
perdido allá, en tus ojos azules,
en la lejanía de tu memoria.
Olvidarás mi perfil aguileño…
Calle Concordia y otros poemas
La casa donde nací ya no es mi casa:
tiene nuevos propietarios
y ciertas modificaciones
en la estructura
y la decoración.
En fin, la vida, y otros poemas
Hablaremos palabras caídas en gotas de azogue
El sueño eterno de la eterna juventud
como el primer emperador
que unió la China
Para entonces…
Little Havana Memorial Park y Calle Estrella y otros poemas
I
Cuanto queda de Little Havana
es un quicio: el atardecer lo cubre;
todos los atardeceres se unen para cubrirlo.
En ese quicio dejamos sentada
nuestra sentencia.
Vidas que fueron un número
menos inequívoco que el del Seguro Social
edificaron este panteón:
Tres poemas de Emily Dickinson
I'm nobody! Who are you?
Are you nobody, too?
Then there's a pair of us -- don't tell!
They'd advertise -- you know!
How dreary to be somebody!
How public like a frog
To tell one's name the livelong June
To an admiring bog!
¡No soy nadie! ¿Quién eres tú?
¿Tú tampoco eres nadie?
Una imagen de mujer en mi exilio y otros poemas
Esa mujer que en el Subway me mira y se muerde los labios
no me conoce.
Está nevando
y esa mujer es capaz de derretir la nieve cuando se abre el chaleco.
Se ve que tiene carnes que no soportan la tela.
Desafía con su escote el invierno.
Desborda sus senos.
Esa mujer me provoca sin conocer mi raza.
Jazz de otoño y otros poemas
Inofensiva y hermosa
la voz desgarra el mutismo
y se disuelve en los acordes.
El instrumento clama y la garganta
rebota majestuosa.
Hay intensidad en los sonidos
los rostros se distienden.
Como de piedra quedan todos
entre los grandes silencios
enganchados en la curva melódica
que acomoda las palabras.
La voz se va de un modo discreto
tal como llegó.
Entonces se escucha el clamor

