Una imagen de mujer en mi exilio y otros poemas

ISMAEL SAMBRA

UNA IMAGEN DE MUJER EN MI EXILIO

 

Esa mujer que en el Subway me mira y se muerde los labios

no me conoce.

Está nevando

y esa mujer es capaz de derretir la nieve cuando se abre el chaleco.

Se ve que tiene carnes que no soportan la tela.

Desafía con su escote el invierno.

Desborda sus senos.

Esa mujer me provoca sin conocer mi raza.

 

Esa mujer muestra sus piernas perfectas y no sabe que yo amo lo perfecto.

Esa mujer me mira y no me conoce. No sabe

que soy un recién llegado y que apenas

tengo la palabra «beautiful» para hablarle.

 

Es raro

esa mujer siente calor en pleno invierno y no me atrevo.

Esa mujer me mira nuevamente como con ansias de que yo la siga

y se baja en la próxima estación

sin mirar atrás.

Toronto, diciembre 97


DONDE SE JUNTAN LOS RECUERDOS APARECE LA NIEVE

Comienza a nevar y cae la nieve en mis recuerdos.

Dejé un país de hechizos de mares como rejas: isla encontrada y perdida

en un mapa encontrado y perdido.

Llega mi vida o sus residuos todavía con vida

al nuevo país. La dejo fluir por lo soñado. Otra vez crece.

El paisaje se adelanta. Cambia y me cambia.

Los árboles ya sin hojas

encuentran otro mundo diferente de lo que fuera su variado color.

Los arbustos sepultados por la nieve se impacientan.

Adivino su queja su salto. Amo su entrega.

Sé que volverán más vivos los retoños

como esa ardilla que rehace su nido

con esa fuerza

con la fuerza que sólo trae

la primavera.

 

 

EL SOL EN YORK UNIVERSITY

                              A la mujer cubana del inxilio

 

Estas muchachas que salen desesperadas

a tomar el sol

parecen soles en los jardines.

Ellas son jóvenes y por eso soles.

 

Se fue el invierno y todos lo creen así.

Y es mejor que pase pronto.

Aunque la nieve es perfecta

las carnes bajo los gruesos abrigos no tienen luz.

 

Las muchachas se tienden en los bancos sobre la hierba.

Conversan y comen

con sus carnes desnudas.

Palabras cómplices entre muchachas. Carnes muy cómplices:

Peticiones secretas entre muchachas y muchachos.

 

Las carnes brillan más cuando son carnes hambrientas.

Las carnes muy blancas se desesperan y quieren más y no sólo calor.

¡Qué muchachas y qué hermosuras!

Ellas sonríen felices como pájaros. Y no importa

que los pájaros aún no lleguen.

Ellas adornan los jardines primero que las flores y los pájaros.

 

Yo las veo y descubro mi sangre en su hervidura de cincuenta veranos.

Las miro sin que lo sepan

sin sexo ni glorias.

Las veo confiadas. Libres al aire libre.

Y amo más la libertad

esa libertad que a tantos nos fue conculcada: La amo además

por la importancia que tienen sus colores para la luz del planeta.

 

Toronto

23 marzo de 1998

 ESPASMOS–INQUIETUDES–TURBACIONES QUE NO SE PUDIERON RESOLVER ANTES DE LA PARTIDA

Pobre ciudad de un solo color que sólo define muerte en su burbuja.

Pobre ciudad enrojecida

que me ahogaba y quedó a oscuras

rumiando sus condenas: ¡Pobre ciudad!

Me llené de azul y blanco hasta esfumarme

frente a lo infecundo del entorno y sus lamentos

hasta aparecer y salir al iris

tan sereno tan gigante

en las fuentes en los fuegos

en las fisuras de cierto irrefutable amanecer.

 

Primavera 2003

 

 

CON UN TIERNO ADIOS

 

Así quedas tú impecable

como los pinos que ignoran

las fiestas seductoras del otoño que danza con el perro viento.

Fascinante como la tierra que se gana el abrazo de la nieve

para llevarse entero los días invernales. Tú bien lo sabes.

 

Quedaste rendida entre mis piernas

después de la última copa y el último orgasmo.

Quizás no hizo patria mi beso entre tus labios

como esas hojas que al caer evitan cualquier ruido

para ocultar el dolor de la ausencia. Hojas libradas.

Parto del suplicio de un hambriento acontecer.

 

Adiós a la esperanza

adiós a lo vivido

a la ternura de esos ojos azules

que me quiebran

que me matan

que ya no hablan…

 

¿Por qué la incertidumbre de no saber qué palabra pronunciar?

¿Para qué tanta desidia en la desventurada hendidura?

Es más triste la despedida cuando no se dice

cuando se sabe que no se podrá volver.

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Ismael Sambra (Santiago de Cuba, 1947). Fue un fundador del primer grupo de escritores y artistas independientes cubanos conocido como El Grupo. Ha recibido premios y reconocimientos. Entre estos el internacional de poesía Casa de Las Américas y el Nacional de Poesía Heredia. Ha publicado, entre otros libros, Las cinco plumas y la luz del sol (cuento para niños), Hombre familiar o Monólogo de las confesiones (poesía), The art of growing wings (cuento para niños), Los ángulos del silencio (Trilogía poética), Vivir lo soñado (cuentos breves), Bajo lámparas festivas (poesía), El único José Martí, Principal opositor a Fidel Castro (ensayo), The five feathers (cuento para niños), L’histoire des cinq plumes (cuento para niños), El color de la lluvia (relato para niños, edición bilingüe), Cuentos de la prisión más grande del mundo (cuentos para adultos), Family man (poesía), Queridos amantes de la libertad (periodismo),  Monologue des confessions (poesía, edición bilingüe), Procesado en el paraíso (novela), Orgia del miedo (poesía), Señales de la espiral (poesía, edición bilingüe), Ojos del recién llegado (poesía). Es Académico Correspondiente de la Academia de Historia de Cuba-Exilio y Miembro de Honor del PEN Club de Escritores de Canadá.

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