Es rosado el matiz del amanecer.

Los automóviles corren veloces en la confusión del día que comienza.

Los hombres se miran en el mar y gesticulan.

Comenzamos con el ascendente giro del sol.

En un ejemplar de biblioteca en La Habana de 1970, leí Pictures from Brueghel and Other Poems, de William Carlos Williams, que había merecido el Premio Pulitzer…

Era como existir de otra manera

o sorprender un raro paraíso.

Salvada perfección y acaso era

como un resol extraño e impreciso.

Este hombre que soy se ha licenciado de altas letras,

tiene título sellado y de tarde en tarde prodiga poesía.

Ha cruzado por su historia a la carrera

y aún busca, ferozmente, como detener el paso…

Y era mentira. Indefensa materia de

cobardes.

Ni siquiera verdad pintarrajeada

Todo poema es un disparo en la sien

Una interpretación casi siempre errónea

De uno mismo.

BLACK DOG

Aquí dejo mis huesos para que puedan darles sagrada sepultura, si

Aquí debió haber en verdad un poema

que ya he descartado

incluso si tuviera un comentario

acertado contra mis enemigos

más un par de líneas bellas

En la leyenda se hace comprensible

el hombre bajo el telescopio

transido por la vida del espíritu.

Amigos,

les digo que quisiera

no haber escrito estos poemas.

Ven,

ponme

de nervios.

Desmiente que eres

asalariado de la zona oscura,

Los tripulantes suelen, por diversión salvaje,

atrapar los albatros, vastas aves de mar

que siguen, indolentes compañeros de viaje,

las naves sobre amargos abismos sin cesar.

Tu olor se balancea sobre las hojas de los árboles

que nos observan mudos detrás de las ventanas

y yo me vuelvo un árbol silencioso

que va secándose a tu lado