Fragmentos de la novela "Tania"

FÉLIX LUIS VIERA

CAPÍTULO 19    

 Una tarde radiante como no abundan. Parece sentirse el silencio de la cuadra. Los rayos, naranja, del sol pegan en lo alto del edificio de enfrente. Si yo pudiese mirar a mis espaldas, vería al sol descolgándose en el poniente.

El baño es chico. Tania se queja. Cuando va a entrar y en ocasiones cuando lo recuerda “ese baño tan chiquitito”, dice. Luego ríe. Finalmente, siempre lo aclara: es broma.

Avisa que se está secando. Lo avisa en alta voz; le pone melodía.

Antes, su expresión andaba algo marchita. Luego de comentar que extrañaba al hijo. Había cedido ante la petición del padre de tenerlo con él este fin de semana. El padre se lo entregaría a Eulalia hoy al atardecer. Ella lo recogería adonde Eulalia al regresar de la cafetería; casi a medianoche.

Sale del baño. En bata de casa. Se me acerca. Me abraza. Su aroma me cubre el olfato. Es el aroma de ella —unas veces más intenso que otras y en algunos sitios de su cuerpo más que en otros—. En los inicios le celebré el perfume que se aplicaba. Me respondió que no se ponía perfume. La olí entonces y luego, en uno y otro lugar de su cuerpo. Comprendí que era el olor de ella.

  

CAPÍTULO 25

 Tania se quedó conmigo anoche.

En la mañana, ella a la cafetería, yo a la Revista.

Acordamos vernos en el apartamento entre 4 y 30 y 5 de la tarde.

Llegué acaso veinte minutos antes que ella.

Noté algo raro en el escritorio. Me pareció que estaban fuera de lugar algunos papeles; y caída una pegatina, con un número y una frase, que debía estar en la base de la lámpara. Pero no estuve seguro.

 

Estoy en el sofá. Gira hacia mí. Dice “ bésame chiquitito en la boca”.

Anuncia que va a cocinar.

Me pongo en pie. Miro por la ventana el pedazo de infinito que permite el edificio de enfrente. Pienso en cuánto me gustaría tener una vista panorámica. La tarde se está agrisando.

  

CAPÍTULO 28

 Oh, ese aroma que antes he dicho; ese aroma suyo; ese aroma particular de otras y otros que estarán padeciendo en este momento infinidad de otras y otros  en la tierra, sin saber qué hacer pero sabedores, sabedoras de que será el mismo resultado: ocurrirá lo único que puede ocurrir según esas leyes del vivir que tan perfectamente conocen, pero que quisieran negar; esa infinidad de hombres y mujeres dudando pero convencidos de que al sentir ese aroma habrá de ocurrir lo que está ocurriendo un segundo antes y otro después de ahora mismo; que ocurrirá eso, no otra cosa.

Su aroma suyo particular irriga todo el ámbito del apartamento, de su casa, de la calle, la cafetería, el microbús.

Su aroma, ¿su aroma hendiendo las entrañas? ¿Su aroma en las yemas de los dedos, en el teclado de la computadora, cubriendo la pantalla de rosado y oro?

Ella me dice desde allá, desde el dormitorio, desde la cama: 

—Anda, no demores, que te estoy esperando.

  

CAPÍTULO 30

 ¿Soy muy débil?

Me vuelvo hacia mí mismo y me pregunto: ¿soy muy débil?

¿Por qué me absorbe tanto, me absorbe tanto el calor, el aroma de su cuerpo?

¿Qué sismo canta desde la copiosa vellosidad de su pubis? ¿Qué tropel va languideciendo lenta, inicua, ventajosamente en su voz, hasta trocarse en ese halo armónico que parece desterrarse hacia mi oído, hacerse inmortal en él?  

¿Dónde se unen su aroma, la lluvia en su pubis, la melodía en su hablar?

[A cada instante nace un niño que es más viejo que el niño que nació hace un instante].

Ella, ahora con un tono ligeramente más alto, desde allá, desde el dormitorio, desde la cama:

—Anda, por favor, no demores, que te estoy esperando.

Su aroma, ¿su aroma hendiendo las entrañas? ¿Su aroma en las yemas de los dedos, en el teclado de la computadora, cubriendo la pantalla de rosado y oro?

Ella me dice desde allá, desde el dormitorio, desde la cama: 

—Anda, no demores, que te estoy esperando.

 

CAPÍTULO 29

 Irse, desertar, emigrar, mentir, traicionar —todo esto puede ser lo mismo llegado el momento en que se está punto de no tener nada, y enfrente o a miles de kilómetros de tierras y cielos y mares y espacios se halle la salvación; la salvación que, como todo en esta vida, en esta vidita invisible, antes y después, la salvación, no es nada, es solo silencio, muerte igual para el antes y después de esta vidita, y así para cada una de las viditas inexplicables que arman esa jerigonza que llaman Vida.

¿Huir, irse, mentir, traicionar y sus miles de casi sinónimos con tal de salvarte y salvar a tus amados y amadores?

Ella, ahora con un tono más alto, desde allá, desde el dormitorio, desde la cama:

—Anda, no demores, que te estoy esperando.

Adquiera el libro: https://a.co/d/0PpFqZs


Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal recibió el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Nacional de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que ya había recibido, en 1983, por su libro de cuento En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio y el premio Pluma de Oro de Publicaciones Entre Líneas..

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.  

Previous
Previous

El asesino y otros poemas

Next
Next

El artista de las sogas