Poemas de “La ira de Circe”

YANKILE HIDALGO

1

De astuta han tachado mi nombre,

y aún así

han saqueado mi isla, la han volteado

para que escapen de ella

a los que han destinado a vivir ,

en el espanto más vil y sumiso.

 

Los he visto partir en las noches

 y a sus madres

meter en saco sus miserias, repartirlas

a los viajeros que desperdigan sus andrajos

por el bote hecho añicos, con maderas torcidas

o llantas de camiones.

 

Los que se van, acomodan sus cinturas 

para salir a flote en caso de un naufragio

naufragio ya no el primero, ni siquiera el segundo,

tampoco el último que tengamos que presenciar.

 

Los que han quedado,

sueñan con escabullirse como felinos

por los tejados para lamerse las llagas

e implorar amor o cualquier alimento

que sostenga su existencia.

 

No es por Circe  que huyen, no es por Circe 

que se lanzan al mar, no es por Circe que desperdician 

muchos de ellos sus jóvenes fuerzas, 

No es porque Circe los haya llevado al desespero 

ni al fracaso de sentirse inútiles en esta tierra desatendida

y desamparada.

 

Huyen por el destino que se apropia 

de sus juventudes y encantos.

Huyen del estómago que hierve en su vacío que parece infinito,

Huyen de la palabra no dicha y que se vuelve nudo

al clamar clemencia y desamarrar las sogas

y derribar los muros

y desandar pantanos.

Huyen de la histérica muchedumbre que grita

y los desvela en el nombre de ideologías

preservadas con el carácter simulador

y la experticia en los siniestros.

 

Huyen y en la retirada

caemos todos, 

los que marcharon, 

los que hemos quedado,

y yo, la bruja,

Aurora, hija del sol,

Circe,

no me queda otra 

que negar la prisa

y soltar amarras.

 

2

Podría ahuyentar los trinos de las aves si quisiera, 

impedir el viaje de los peces hacia otros mares,

frenar el paso del universo sobre mi cabeza. 

 

Encerraré en mi guarida

a quien de rodillas comparta mi espacio con la sombra.

 

Podría hasta olvidarte,

desistir del pensamiento de ti,

reinventar tu nombre 

enmarañado con otros nombres,

sacudir tu presencia de cada esquina,

construir cadáveres de los recuerdos,

destruir memorias de nuestras risas y convertirlas en aullidos.

 

Podría hablarte con altanería 

y rechazar con furia

todo lo que tocas.

 

Podría empecinarme en pisotear "ayeres"

aunque me lleve toda una vida,

sepultarlos.

Pudiera ausentarme de ti,

si quisiera,

solo si quisiera.

Nadie sabe en realidad

quién duerme en el fondo 

de ese mar.

Son ciento treinta y ocho bocas 

abiertas,

hambrientas,

aletas de tiburones

perturban la huida,

monstruos marinos sin memoria,

devoran costillas con sus colmillos

furiosos,

y estamos nosotros, los indignados,

Aquellos vomitan la sal que habita en sus entrañas.

Se viste de alfombra escamosa

el agua,

son bocas que comen vidas,

beben sangre agria

e irrespetan la muerte

y como prueba de los decesos

hacen pausas cortas 

de aleteos.

¡No comas arte!

¡Tan vago es tu asombro!

¡Tan olvidada la verdad y tan estrujada!

¡Tan manoseada va la mentira!

¡No rompan huesos para calmar a las bestias!

¡Qué el mar no se trague los cuerpos ultrajados!

Las tardes en ese mar cansado

se han convertido

en una especie de obediencia 

hacia las ciento treinta bocas 

que garantizan su alimento.

Lloremos cada cadáver perdido.

Ese mar se inventa cada día

un nuevo mordisco. 

4

Lengua, regresa a tu boca

sin humillar a los humildes.

Enróscate en estos labios que te sonsacan para que hables,

para que digas lo que debas

así sea eso lo que te reseque la piel.

Lengua, examina las palabras, cada oración, cada verso.

 

Lengua maldita, previamente bendecida:

Lame la cereza y su sexo, saborea la lámina sudorosa que cubre su cuerpo.

Guarda lo que la mente no ha podido dictar a tu mano que escriba

sacude gota a gota tu saliva sobre su espalda.

 

Llénate de placeres y agota los chismes,

que la ambrosía está en la miel que recogerás cada mañana de su sonrisa,

no en lo que de él digan.

 

Lengua: come, mangia, eat

que mi cuerpo se alimente de tu gula y de los postres prohibidos.

 

Lengua: canta, ama, susurra, gime, bendice,

limpia la comisura de tu boca

enróscate en su cintura.

¡Provoca! Para eso te han hecho,

para entregarte a la humedad, a otros labios, a criticar aunque reviente,

¡aunque reviente,

y a vivir!

5

¿Cuántas Circes caben en esta mujer?

 

¡Cuánto trajinar para dar de comer de mis manos!

Nuestros hijos hambrientos raspan las bandejas 

y entre sus dientes se entreven las escamas

de los peces devorados por el mismo mar 

que cortejas.

 

La Circe que va y viene, que prepara tu viaje y tus maletas,

quien traza rutas alternativas para que llegues impune a la patria.

Te verás obligado a alabar mi amor, 

a rechazar otro canto que no sean 

los cantos de las bestias. Aullidos. Gritos. Alabanzas.

 

La Circe no amada,

quien no pudo seducir sin palidecer ante el rechazo.

Mujer que ruge ante el adiós de su amante.

 

La Circe moderna, de ciudad, de copas envenenadas

de rituales vigorosos para amar,

para enfrentar el rigor de las vallas luminosas

en las paredes de negocios vacíos.

 

La hechicera encantadora, que se aferra a su condición de ser mujer

y saca de la inmundicia a los aduladores de cínicos tiranos,

los convierte en cerdos y caen ante su encantamiento.

 

Esta Circe que se niega a dejar impune a los traidores,

que mantiene intactos los ovarios para reclamar, 

hurgar las pocilgas para encontrar la cárcel 

que supone esta isla,

la cárcel falsos ídolos,

la cárcel agua, la cárcel viento,

la cárcel atiborrada de difuntos,

la cárcel santuario, la cárcel censura,

la cárcel hambre,  

la cárcel urna, la cárcel cementerio.

 

La Circe profunda, centinela de la noche

y sus inquietudes, la mujer sabia,

mujer mujer por sobre todas las cosas.

Espina dorsal de cada transformación,

la furia de cada una de tus pesadillas. 

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Yankilé Hidalgo (La Habana, Cuba 1973)

Vive hace más de 27 años en Quito, Ecuador. Es profesora de Lengua y Literatura en Liceo Campoverde, Quito y en Universidades de esta ciudad. Autora de la letra de dos canciones seleccionadas para participar en Lo Zecchino D´Oro, Bologna, Italia “Canzone indigena” (2002), “Verso l´aurora” (2012). Es autora de la novela juvenil “Nostalgias de un rey sin corona”, (Santillana, 2009), (Prolipa 2019), del poemario “Para nada inocente” publicada por El Ángel Editor, 2017 y de La ira de Circe, Ilíada Ediciones, Berlín, 2021. Sus poemas aparecen en la Antología Paralelo Cero 2018, y ha sido invitada por dos ocasiones a participar en este festival internacional. Forma parte de la Antología de poetas cubanos: Versos desde afuera de Éxodus de Ego de Kafka, Foundation, Miami 2019 y en la Antología Diez navíos para la memoria, El Ángel Editor, Quito 2020. 

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