Tres poemas de Sylvia Plath

ANA MARÍA FAGUNDO

Apprehensions  

There is this white wall, above which the sky creates itself-
Infinite, green, utterly untouchable.
Angels swim in it, and the stars, in indifference also.
They are my medium.
The sun dissolves on this wall, bleeding its lights.

A grey wall now, clawed and bloody.
Is there no way out of the mind?
Steps at my back spiral into a well.
There are no trees or birds in this world,
There is only sourness.

This red wall winces continually:
A red fist, opening and closing,
Two grey, papery bags-
This is what i am made of, this, and a terror
Of being wheeled off under crosses and rain of pietas.

On a black wall, unidentifiable birds
Swivel their heads and cry.
There is no talk of immorality among these!
Cold blanks approach us: 
They move in a hurry.

 

Aprensiones  

Hay una pared blanca sobre la cual el cielo

Se crea a si mismo

infinito, verde, totalmente intocable.

Los ángeles nadan en él, y las estrellas, también indiferentes.

Son mi medio.

El sol se disuelve en esta pared sangrando luz.

Una pared gris ahora, con garras y sangrante.

¿No hay forma de evadirse de la mente?

Pasos a mi espalda van en espiral hacia un pozo.

No existen arboles ni pájaros en este mundo,

existe solamente acritud.

 

Esta pared roja se sobresalta continuamente:

un puno rojo abriéndose y cerrándose,

dos bolsas de papel gris

de esto estoy hecha, de esto y el terror

de ser llevada bajo cruces y una lluvia de piedades.

 

En la pared negra, pájaros no identificados

giran las cabezas y lloran.

¡No se habla de inmortalidad entre ellos!

Blancos espacios se nos acercan:

se mueven deprisa.

 

The Moon and the Yew Tree  

This is the light of the mind, cold and planetary
The trees of the mind are black. The light is blue.
The grasses unload their griefs on my feet as if I were God
Prickling my ankles and murmuring of their humility
Fumy, spiritous mists inhabit this place.
Separated from my house by a row of headstones.
I simply cannot see where there is to get to.

The moon is no door. It is a face in its own right,
White as a knuckle and terribly upset.
It drags the sea after it like a dark crime; it is quiet
With the O-gape of complete despair. I live here.
Twice on Sunday, the bells startle the sky —
Eight great tongues affirming the Resurrection
At the end, they soberly bong out their names.

The yew tree points up, it has a Gothic shape.
The eyes lift after it and find the moon.
The moon is my mother. She is not sweet like Mary.
Her blue garments unloose small bats and owls.
How I would like to believe in tenderness –
The face of the effigy, gentled by candles,
Bending, on me in particular, its mild eyes.

I have fallen a long way. Clouds are flowering
Blue and mystical over the face of the stars
Inside the church, the saints will all be blue,
Floating on their delicate feet over the cold pews,
Their hands and faces stiff with holiness.
The moon sees nothing of this. She is bald and wild.
And the message of the yew tree is blackness – blackness and silence.


La Luna y el Abeto  

Esta es la luz del cerebro, fría planetaria.

Los arboles del cerebro son negros. La luz es azul.

Las hierbas descargan su amargura a mis pies como si yo fuera Dios,

pinchándome los tobillos y susurrando su humildad.

Humareda, neblinas espirituales habitan este lugar

Separado de mi casa por una fila de lapidas sepulcrales.

Yo simplemente no sé a dónde hay que llegar.

La luna no es la puerta. Es una cara por derecho propio

Blanca como un nudillo y terriblemente enfadada.

Arrastra el mar tras ella como un oscuro crimen; esta silenciosa

como el bostezo en O de la desesperación absoluta. Vivo aquí.

Dos veces los domingos las campanas sobresaltan el cielo-

Ocho grandes lenguas afirmando la Resurrección.

Al final dicen sus nombres sobriamente.

 

El abeto apunta hacia arriba. Es una estructura gótica.

Los ojos se levantan siguiéndolo y encuentran la luna.

 

La luna es mi madre. No es dulce como María.

Sus ropajes azules desatan pequeños cuervos y búhos.

Como me gustaría creer en la ternura-

la cara de la efigie, suavizada por las velas,

inclina sobre mí, en particular, sus mansos ojos.

 

Me he hundido profundamente. Las nubes están floreciendo

azules y místicas sobre la cara de las estrellas.

Dentro de la iglesia los santos estarán todos azules

flotando sobre sus delicados pies encima de los reclinatorios fríos,

sus manos y sus pies rígidos de santidad. 

 

La luna no ve nada de esto. Ella es atrevida y salvaje.

Y el mensaje del abeto es oscuridad, oscuridad y silencio.

 

Death & Co.

Two, of course there are two.

It seems perfectly natural now——

The one who never looks up, whose eyes are lidded

And balled¸ like Blake's.

Who exhibits 

The birthmarks that are his trademark——

The scald scar of water,

The nude

Verdigris of the condor.

I am red meat. His beak

Claps sidewise: I am not his yet.

He tells me how badly I photograph.

He tells me how sweet

The babies look in their hospital

Icebox, a simple

Frill at the neck

Then the flutings of their Ionian

Death-gowns.

Then two little feet.

He does not smile or smoke.

 

The other does that

His hair long and plausive

Bastard

Masturbating a glitter

He wants to be loved.

I do not stir.

The frost makes a flower,

The dew makes a star,

The dead bell,

The dead bell.

 

Somebody's done for.

 

La muerte y companía  

Dos, por supuesto, hay dos.

Parece perfectamente natural ahora-

la que nunca mira, cuyos ojos están tapados

y sellados como los de Blake.

Quien exhibe

las marcas de nacimiento que son su marca de fabrica

la quemante cicatriz de agua,

el desnudo

verdegris del cóndor.

Soy carne roja.  Su pico

golpea de lado; no soy suya todavía.

Me dice lo poco fotogénica que soy.

Me dice lo dulce

que parecen los niños en sus neveras

de hospital, una simple pechera en el cuello.

y luego los pliegues de sus sudarios

iónicos,

luego dos pequeños pies.

No sonríe ni fuma.

 

La otra hace eso,

El pelo largo y plausible,

bastarda

masturbando un resplandor

quiere que la amen.

 

No me muevo.

La escarcha hace una flor,

el rocío hace una estrella,

la campana muerta

la campana muerta.

 

A alguien lo han eliminado.


Sylvia Plath nació en 1932 en Boston, Massachussets, y falleció en 1963 en Londres. Además de ser una de las grandes poetas del siglo XX, publicó ensayos literarios y esta conmovedora novela autobiográfica, La campana de cristal, publicada por primera vez en 1963. De sus libros de poesía se destacan Ariel (1956) y El coloso y otros poemas (1960). Estuvo casada con el escritor Ted Hughes, quien tras su muerte se encargó de la edición de su poesía completa. En 1982 ganó un Premio Pulitzer póstumo por The Collected Poems.

Ana María Fagundo nació en Santa Cruz de Tenerife el 13 de marzo de 1938.

En 1955 obtuvo el título de Perito Mercantil y, tres años después, el de Profesora Mercantil. 

En 1958, conseguida la beca Anne Simpson, marchó a California para estudiar en la Universidad Redlans, donde se graduó en 1963 en la especialidad de Literatura Inglesa y Española. Luego pasó a estudiar en las Universidades de Illinois y Washington y, en 1967 obtuvo el doctorado en Literatura Comparada, ejerciendo como docente en la cátedra de Literatura Española de la Universidad de California, Riverside, desde 1967 a 2001.

Durante este periodo publica numerosos trabajos sobre literatura española, hispanoamericana y norteamericana, y fue, además directora-fundadora de Alaluz, revista literaria en la que siempre tuvieron cabida los escritores de las Islas.

Además, supo compaginar su trabajo como catedrática con la creación poética, publicando doce libros de poemas entre 1965 y 2008. Su incursión en el campo de la narrativa se tradujo en su único libro de cuentos, La miríada de los sonámbulos (1994).

Como parte de su labor crítica ha publicado numerosos ensayos sobre la literatura española de la posguerra, así como dos libros sobre literatura norteamericana o el titulado Literatura Femenina de España y las Américas (1995).

En 1996 fue merecedora de la medalla “Lucila Palacios” del Círculo de escritores de Venezuela y, en 2005, se le concede el premio “Isla” del periódico canario La Opinión. Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, portugués, italiano, alemán, polaco, lituano y chino.

Muere en Madrid el 13 de junio de 2010.

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