Un poema contra Austria y otros poemas

ROLANDO JORGE

Interchange. Willem the Kooning

Un poema contra Austria

(para Georg Trakl)

Joven con miedo, personaje del Camino

de Swann, cepillo en mano, debajo su

racimo apagado, su voz inaudible, confundida

junto a Edipo.

Si sientes deseos, deseo de dormir con él, nó

te contengas y repite esa enfermedad por

todo tu cuerpo y todo tu espíritu, ese dormir

pegado a él y a ti, al vacío.

Haz café. Puede durar horas labrar a tu madre

dentro de la borra o el azúcar. El estímulo

puede ser un sollozo, una taza que compite

contra vientos y gatos – diminuta cocina

grandiosa a ojos de este amor, por ti, mamá.

De nada sirven mis ojos cuando caen al piso.

Son los Borrachos de Velázquez si nó llaman

o se pierden colcha arriba.


                           II

Mi noche cuando azul la reparta.

Camino hacia ti. El pueblo se hunde.

Asediado, asediado místicamente

por trapos de barrio y galaxias!

Un hombre te saluda, un hombre, un hombre

de los tántos: Habladurías del fondo del ron.

Ustedes, mayúsculo miedo.

Juego con mi doble desde mi cuarto.

Nunca el punto A bajo carros sin energía.

Me duele nó ser un libro porque nó me

importa, al igual que Modigliani.

Mi película brilla entre dos luces.

Toda la sustancia negra, mi adivinanza,

Todo lo puesto en mí por nó sé qué o quién

prevalece con sequedad de planeta.

A lo largo del zinc para ángeles

un remordimiento me interpela,

arranca mi boca de cuajo.



Importantísimo detalle

Yes, that is what we writers sell: experience.

William S. Burroughs

Dylan Thomas murió joven, y había cuarenta

como él en provincias.

Toda caja de pescado trae su sabor a sal,

su divina comedia y su beatriz.

Derivaciones del buen sentido de una sonrisa

extraordinaria

y lo pésimo con que cruza

al alcohol y al puente de madera.

Cientos de trajes benignos, túnicas

colgadas para hacer el amor delante

y en conjunto.

Trenes nihilistas que se ajustan

a la cinta amarilla de la canción

ciudad por ciudad o bosquejo a bosquejo

abundan al centro sin legítimas muchachas.

El sol (lo que resta de él) amenaza

mis botones y la lista negociable

de mi exilio. Tiene ojos vidriosos

mi libro. Posee la calma y la experiencia

de quien abandona.

el angustiante momento de salir


´Cuando ella se dirige al horno y al taller

y ese patio posee la misma prisa por escapar

hacia el tintineo del sexo y la concisa

manera de errar entre plantas con nombres

y costumbres atlánticas y pulgas gigantes

apenas combatidas verano adentro . . .´.

Esto deja dicho antes que llueva y su miedo

a los ladrones taladre el cajoncito con llave

del mueble oscuro en el cuarto del extío.



 Lo sabrás


Imposible lanzar aquella maldición

que tengo preparada –


Libero y soy, así, espíritu viejo

que tomo

y niego

catedrales


Es día frío ¡diablos! y yo más

Anciano. Almanaque.

               Sonrío

casi al irme.



Conversación

Calle con pino. Doy dinero al mendigo, a mí

mismo. Me pienso a la inversa por allá, junto

y cerca de dársena que nó ve Rousseau.

Aquí te odio dentro del baño dulce del año.


Rolando Jorge (Cuba, 1955). Poeta, escritor de diarios de apuntes. A veces, como Baudelaire, se deja crecer el pelo o se afeita la cabeza. Obtuvo menciones en los concursos David y Julián del Casal (1985), ambos en Cuba. Ha publicado La ciencia de los adioses (poesía, 2004), Toda la belleza del viaje (poesía, 2007), Tercera persona (poesía reunida, 2012) e Ido a hurgar (diarios, 2014), No te lleves esa palabra, libro de apuntes y diarios, apareció por Casa Vacía en 2016. Reside en Miami, donde ha llevado a la práctica aquel verso Mallermeano que reza: La chair est triste, hélas! et, j’ai lu tous les livres.

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