Reverberaciones del yo íntimo

JOSÉ HUGO FERNÁNDEZ

El poeta tiene el don de revelar la luz de un ignoto faro en el abismo. ¿Sentencia o deprecación? En cualquier caso, también se puede entender como descargo que un poeta airea cuando ese faro no le proporciona otra disyuntiva que la de buscar la luz sin mediaciones, directamente en el fondo del abismo. Es el sentido en que interpreto, para el caso, el adagio en cuestión, extraído del último libro de Joaquín Gálvez: “Efluvios”, fino y profundo conjunto de paremias con duende poético, que, tanto por la presteza de su tono como por su sabia concisión, se me antojan avisos para leer en voz baja.

Gálvez, perteneciente a la estirpe de los disipadores de sombras, tuvo a bien aplazar (supongo que excepcionalmente) sus poemas con extensión canónica, aunque siempre diáfanos y puntuales, para dar vida a este manojo de aforismos, epigramas, máximas de carácter filosófico y síntesis lírica, que no conforman sino eclosiones de un espíritu suspendido entre la melancolía y el desaliento. O es como vislumbro al autor a la hora de escribirlos: deambulando por uno de esos períodos de morriña tan comunes entre todas las personas, pero que en los poetas suelen provocar alumbramientos.

Habituado -por la vocación, el estilo, el oficio- a transitar de profundis entre las demarcaciones de la poesía, al autor no parece que le haya interesado reconocer diferencias de géneros entre las piezas del libro. Podría decirse que en general las asumió como crónicas esenciales de la conciencia. Desvelamientos de vaya usted a saber qué estados del ánimo, volcados en el papel quizá con la esperanza de sentirse acompañado por el lector, haciéndolo partícipe de los instantes de epifanía que le proporcionaba su escritura. Mientras conduzco/ y espero el cambio de luz en el semáforo,/ me asalta un verso que ya he olvidado./ La literatura también es ese verso que nunca se escribió.

Prodigando desenfado y rigor profesional a partes iguales, este libro traspasa lo filosófico, lo literario y lo introspectivo para ilustrar cómo la poesía suele elevarse sobre las fragilidades humanas y alcanzar el cenit. Algo que consiguen solo sus más auténticos hacedores, con el prurito en riesgo.

Desde luego que resulta fácil reconocer en “Efluvios” las huellas de grandes pensadores y aforistas de la historia, llámense Lao Tse, Séneca, La Bruyére, Nietzsche... Sin embargo, yo no me atrevería a señalarles como influencias directas. Ni aun en ejemplos que denotan una mayor cercanía, como Wittgenstein.

Estas piezas, al margen de estructuras y nominales genéricos, califican como reverberaciones del yo íntimo. Es la impronta personal lo que determina el sello. Él propio poeta parece advertirlo en uno de sus efluvios: Machado se regocijaba de haber andado muchos caminos./ Bashō solo evitaba el camino de la muerte, sin saber que lo recorría./ Frost entre dos caminos que se bifurcaban, eligió el menos transitado./ Y Gálvez llegó a la conclusión de que todos los caminos son uno.   

José Hugo Fernández, Miami, mayo de 2025.

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El escritor habanero José Hugo Fernández ha publicado más de cuarenta libros, entre ellos, las novelas “Los jinetes fantasmas”, “Parábola de Belén con los Pastores”, “Mujer con rosa en el pubis”, “Florángel”, “El sapo que se tragó la luna”, “La tarántula roja”, “Cacería”, “Agnes La Giganta” o “El hombre con la sombra de humo”; los libros de relatos “La isla de los mirlos negros”, “Yo que fui tranvía del deseo”, “Hombre recostado a una victrola”, “Muerto vivo en Silkeborg”, “Villa Encantada”, “El frágil esqueleto de la noche” o “La novia del monstruo”. Los libros de ensayos y de crónicas “Las formas del olvido”, “El huevo de Hitchcock”, “Siluetas contra el muro”, “Los timbales de Dios”, “La explosión del cometa”, “Habana Cool”, “Rizos de miedo en La Habana”, “Una brizna de polen sobre el abismo”, “Nitzsche en el cachumbambé”, “La que destapa los truenos”, “La literatura no es un cohete nuclear”, o “Entre Cantinflas y Buster Keaton”. Fue periodista independiente en La Habana durante un cuarto de siglo. Reside actualmente en Miami.

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