Marita Lorenz y la guerrita de los hoteles cinco estrellas

ARMANDO AÑEL

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En La Habana de 1959 son cada vez más estridentes los rumores sobre las populosas “fiestas de perchero” (orgías) coordinadas en hoteles cinco estrellas por algunos comandantes de la revolución, caso del admirado Camilo Cienfuegos. En este contexto, al caos libidinoso del hotel Havana Riviera, donde se hospeda Camilo, comienza a oponerse la “austeridad revolucionaria” de los ocupantes del Havana Hilton, Raúl Castro y Che Guevara (a quienes Fidel Castro apoya).

El desparpajo alcanza niveles de tragicomedia y se popularizan anécdotas de la denominada “Guerrita de los Hoteles Cinco Estrellas”.

En una escena límite, Raúl Castro irrumpe en el despacho de Camilo para reprocharle que derroche los “recursos de la revolución” en “sexo, alcohol y marihuana”. Fuera de sí, llega a amenazarlo con vacunarlo contra la gonorrea.

“Camilo, paradigma entre los más guapos (valientes) guerrilleros del ejército rebelde de Fidel Castro, sufría un terror incontrolable ante las inyecciones”, ha narrado el escritor José Hugo Fernández a propósito de una anécdota familiar. “Matar y exponerse a la muerte no pasaban de ser naderías corrientes para él. Pero las inyecciones sí que no. Primero muerto que inyectado”.

Los improperios se suceden y Camilo intenta sacar su arma, pero los asistentes de ambos jefes impiden el tiroteo.

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No se sabe si la alemana Marita Lorenz fue la primera amante de Fidel Castro luego de que éste tomara el poder en 1959, como han afirmado algunos, pero sin duda ha sido la más glamurosa, capaz de arrastrarlo a un romance de película con participación de la CIA y desenlace melodramático.

28 de febrero de 1959. Lorenz y Castro se conocen en Cuba. A sus 19 años, ella entra en el puerto de La Habana a bordo de un lujoso barco, el Berlín IV, capitaneado por su padre. “Estaba parada en el puente de la embarcación y en la distancia pude ver que una lancha con una veintena de barbudos venía hacia nosotros. Uno era más alto que los demás. Estaba de pie en la proa y tenía un rifle. Me dije: 'Oh, mierda, ¿qué es esto? ¿Estamos siendo invadidos?’”.

Su padre duerme la siesta y Marita toma el mando. Advierte a los cubanos que su barco es “territorio alemán”. Fidel replica que indudablemente, aunque la embarcación está en “su puerto”. “Un hombre apuesto” se adelanta, se presenta como el Che Guevara y expresa su deseo de beberse “una cerveza alemana”.

Marita muestra el barco a los barbudos y en un descuido se retira a su camarote “para acicalarse”. Poco después la interrumpe un golpe en la puerta. Es su mayordomo con Fidel Castro detrás de él, fumándose uno de sus “enormes puros”. Ella lo hace pasar y a continuación se rinde en sus brazos, repentinamente enamorada. “Fue mi primer beso con un hombre”, ha asegurado Marita en entrevista con Paris Match.

Él le pide su teléfono en Nueva York y ella se lo escribe en una caja de cerillas, sin esperar que Castro la llame. Pero éste lo hace poco después, insistentemente, rogándole que vuelva a verlo en La Habana.

4 de marzo de 1959. Marita se desplaza a La Habana en un avión enviado por el gobierno cubano. Desde una suite del Havana Hilton escribe a su madre: “Estoy bien, tengo todo y soy feliz”. Permanece varios meses en Cuba convertida en la amante “oficial” de Fidel e incluso trabajaba para él como secretaria.

“Todos los días llegaban cartas de mujeres de todo el mundo ofreciéndose a hacer cualquier cosa para conocerlo”, ha declarado Marita, por quien, según Serge Raffy, Fidel abandonó incluso “a la actriz norteamericana Ava Gardner, celosa como una tigresa. La actriz devoradora de hombres armaba muchos escándalos en los vestíbulos de los hoteles y los palacios oficiales. Bebía y hablaba demasiado”.

Primavera-verano de 1959. La CIA se acerca a Marita a través del agente doble Frank Sturgis. Se conocen en el lobby del Hotel Riviera, donde Sturgis y Raúl Castro “estaban revisando las máquinas tragamonedas”. Según Lorenz, Sturgis se aproximó y le dijo en español: “Sé quién eres. Puedo ayudarte”. “Sus labios se movían, pero sus ojos estaban muertos”, ha descrito ella en Vanity Fair.

Aunque Sturgis ha calificado a Marita Lorenz de “serpiente” y “traidora”, también ha admitido que en ese momento del Riviera ella podía haberlo delatado o incluso haberle disparado. “Pero no lo hizo. No en ese momento”.

Según el oficialismo castrista, a mediados de 1959 “Frank Sturgis, agente bajo contrata de la CIA, proyectó asesinar a Fidel Castro aprovechando una reunión en la jefatura de la Fuerza Aérea cubana, donde se había infiltrado. El complot, aprobado por James Noel, jefe de la Estación de la CIA radicada en la embajada de los Estados Unidos, se planeó ejecutar mediante la colocación de una bomba en la instalación militar”.

Paulatinamente, los contactos entre Fidel y Marita se hacen más espaciados. El comandante Camilo Cienfuegos la acompaña, a ratos, en estos tiempos de inquietud.

Tras meses de relación accidentada, en la que debe compartir la atención del nuevo dictador con otras mujeres —Lidia Ferreiro, una de las secretarias de Castro, la propia Naty Revuelta, etc.— y con las prioridades conspirativas del momento, Lorenz confiesa a Castro que está embarazada. Él reacciona preocupado, aunque finge entusiasmo. Comprende que ha llegado el momento de desembarazarse de la inquieta alemana, a quien, para colmo, la inteligencia cubana ya señala como posible agente de la CIA.

Principios de octubre de 1959. Con unos siete meses de gestación, Marita se desmaya tras beberse un vaso de leche. Cuando vuelve en sí, está en el consultorio de un médico. Según declara después, alguien intenta calmarla asegurándole que todo está bien, que “el bebé está bien”. Le inyectan alguna clase de droga o calmante y la devuelven al Havana Hilton. Al despertar horas más tarde, ya Camilo Cienfuegos hace sus maletas para arreglar su regreso a Estados Unidos. Camilo le informa que el bebé seguramente ha sido raptado por “enemigos de Fidel”. Supuestamente, Fidel Castro no se encuentra ese día en La Habana.

La respuesta a la pregunta de si Fidel mandó a matar a Cienfuegos luego de que éste detuviera a Huber Matos a finales de este mismo mes de octubre en Camagüey —estando Cienfuegos al tanto del tenebroso asunto de Marita y tal vez de otros episodios oscuros desatados por el “líder de la revolución”, es decir, sabiendo demasiado—, queda en el tintero.

Camilo llama al hermano de Marita en Nueva York y luego la conduce hasta el aeropuerto, directo al avión. La mujer, otra vez sedada, es trasladada a Estados Unidos. Despierta en el hospital Roosevelt de Manhattan, en estado de semiinconsciencia. Un ginecólogo le asegura después que ha sufrido un parto provocado. Según algunas versiones, incluida la de la propia Lorenz, su hijo sobrevivió bajo el nombre de Andrés Vázquez y vive en Cuba.

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Armando Añel (La Habana, 1966). Ghost Writer, editor, fue periodista independiente en Cuba. En 1999 recibió el Primer Premio de Ensayo de la fundación alemana Friedrich Naumann. Ha sido columnista de periódicos como Tiempos del Mundo, Libertad Digital y Diario las Américas, y editor de revistas como Perfiles, Encuentro de la Cultura Cubana, Islas y, actualmente, Puente de Letras y Herencia Cultural Cubana. Ha publicado las novelas Apocalipsis: La resurrección, La novela de Facebook y Erótica, la compilación de relatos Cuentos de camino, los poemarios Juegos de rol y La pausa que refresca, el libro de ensayos La conciencia lúdica y las biografías Instituto Edison: Escuela de vida y Jerónimo Esteve Abril, apuntes y testimonios, entre otros. Vive en Miami, donde dirige el portal Neo Club Press.

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