Fragmentos de “Hierros de La Habana”

ILEANA PÉREZ DRAGO

La Investigación

Indudablemente, durante el período colonial la dependencia política y económica hacia la metrópoli ejerce una notable influencia en todos los aspectos, incluidos los patrones formales de la arquitectura y de sus elementos componentes, con lo cual al realizar cualquier estudio de esta etapa es indispensable analizar su relación con España, para esclarecer las influencias y las aportaciones locales.

La abundancia de madera y la escasez de hierro en la Isla de Cuba propiciaron el extendido empleo de aquella y la puntual presencia de éste en la arquitectura colonial hasta ya avanzado el siglo XVIII.

En los inicios del poder colonial dicho metal se empleó en las construcciones militares, luego en la fabricación de embarcaciones en el Astillero de La Habana, en los Ingenios Azucareros y posteriormente se fue incorporando a la vivienda, insertado en la estructura de madera de las rejas de ventana.

En cambio, en el siglo XIX el auge económico que proporcionó la producción de azúcar, café y tabaco, y la carencia de madera después de varios siglos de explotación, así como la producción industrializada de elementos en la península y en Europa, permitieron la amplia utilización del hierro en la arquitectura de La Habana, pasando a ser complemento imprescindible en sus fachadas y patios.

El metal se introduce en una gama de elementos funcionales, pero sin descuidar el aspecto formal, por lo que van a integrarse en el diseño general de la vivienda. Barandillas, guardacantones, portafaroles, portamacetas, pescantes, cancelas, etc., se incorporan a las mansiones de la burguesía habanera y comienzan a formar parte de la imagen urbana de la ciudad.

La observación en varias ciudades españolas de formas similares a las empleadas en La Habana y un primer acercamiento a la bibliografía sobre el tema en España, me llevaron a plantear el análisis de las influencias en los elementos de hierro de la arquitectura doméstica habanera del S. XIX, partiendo de la hipótesis de que esta herrería se crea bajo la influencia de unos códigos que son generales para España y Europa en esta época.

El área de estudio se estableció como sigue:

1-Habana Vieja (Intramural) la zona más antigua de la ciudad, los edificios:

-incorporan elementos de hierro en el siglo XIX sin importantes transformaciones en el resto del inmueble. (S. XVII y XVIII)

-notablemente transformados en el siglo XIX hacia el estilo neoclásico, el hierro aparece como un elemento   más del cambio. (S. XVII y XVIII)

-nueva planta (S. XIX)

2-El Cerro (barriada extramuros que surge como zona de veraneo de la aristocracia habanera en la primera mitad del S. XIX:

-vivienda aislada de una o dos plantas con jardines y verjas

-vivienda adosada de amplias dimensiones con patio trasero

3-El Vedado (barriada extramuros que surge como extensión de La Habana por la zona costera en la segunda mitad del S. XIX:

-vivienda aislada con jardines y verjas

4-El Reparto “La Muralla” (franja de la Muralla y su glacis edificada después de su demolición, en el último tercio del S. XIX):

-tipología continuadora de las tradiciones arquitectónicas coloniales, pero en los elementos decorativos intenta dar una imagen de modernidad.

Áreas de Estudio

El trabajo de campo realizado con 79 edificios del área de estudio ha sido la base para los diferentes análisis. También resultaron de gran utilidad documentos y planos originales de archivos consultados tanto en La Habana como en España.

Las consultas realizadas en los archivos y centros de investigación aportaron una escasa pero valiosa información principalmente del siglo XIX, cuando se produce el auge del empleo del hierro en la arquitectura.

Dada la carencia de fuentes específicas la búsqueda se hizo más laboriosa y, por esta razón aparecen referencias tales como:

-Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana (siglo XIX)

-Correspondencia del Capitán General Miguel de Tacón. (1834-38)

-Reglamento de Policía para la Ciudad de La Habana,1770.

-Bandos de Gobierno. Capitanía General de La Habana. (siglo XIX)

-Publicaciones periódicas de La Habana. (siglo XIX)

-Documentos de la Secretaría de Marina. Archivo de Simancas

-Archivo Nacional de Cuba. Misceláneas

Una de las primeras fuentes que consulté en España la Tesis Doctoral El hierro en la arquitectura madrileña siglo XIX (ETSAM, UPM, 1988) de la profesora Dra. Arq. María Rosa Cervera Sardá, constituyó un importante punto de partida para los análisis comparativos, y para el enfoque general de la investigación. A través de ella tuve conocimiento de la existencia de los Catálogos europeos que se emplearon desde finales del siglo XVIII y sobre todo en el siglo XIX.

Estos libros constituyen un elemento fundamental para comprender la fusión de la artesanía con la industrialización y para establecer el nexo formal entre los elementos de hierro que encontramos en varias ciudades de España y en La Habana. En la localización de maestros y talleres del XIX fueron útiles los Directorios, Anales, Censos, Diccionarios Geográficos, y Almanaques Mercantiles.

A pesar de que las piezas de hierro que se analizan son principalmente forjadas, en ocasiones están combinadas con elementos fundidos (esferas, balaustres, macollas, etc.) provenientes de la Península, lo que no descarta que en las fundiciones habaneras se produjeran estos elementos además de las columnas de hierro fundido ampliamente utilizadas en la segunda mitad del siglo XIX.

Como es sabido, durante todo el siglo se incrementan notablemente las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Y aunque en ese período aparecen elementos de hierro que se fundieron en Norteamérica, no se han encontrado evidencias de alguna influencia formal. Tampoco en relación con los países de la cuenca del Caribe, por lo que esta línea de investigación fue descartada.

Maestros herreros y talleres de herrería

La información acerca de la presencia de herreros en La Habana procede principalmente de fuentes locales. Sin embargo, se han encontrado referencias en el Catálogo de Pasajeros a Indias del Archivo General de Indias, en Sevilla. Estos datos no han podido corroborarse, hasta el momento, con documentos consultados en la Isla. Aunque, como se verá más adelante, algunos nombres de herreros salidos de España con destino a América coinciden con los registrados en La Habana.

Las principales fuentes han sido las publicaciones anuales de Directorios, Anales y Almanaques, por el registro pormenorizado de nombres, profesiones y direcciones.

La primera noticia que se ha localizado nos revela que en 1558 “había un herrero en La Habana y se resolvió llevar otro” para participar en la construcción del Castillo de la Real Fuerza. (61)

Posteriormente se fueron estableciendo artífices del oficio registrados en las fechas indicadas: Domingo de Quejo, mulato (1573-97), Cristóbal López (1579-86), Antón Martín Valdepeñas (1579-88), Juan González (1582), Juanes Maestros herreros y talleres de herrería.

Intentando encontrar algunos de estos nombres en el Catálogo de Pasajeros a Indias se ha localizado a “Juan González, natural de Villamartín, soltero, hijo de Juan González y Catalina García, que viaja a Cuba con Álvaro Clavijo Loaisa.- 7 de septiembre de 1580”.( 64) Es posible que haya correspondencia con el herrero que aparece registrado en La Habana en 1582.

En un listado de herreros que se exhibe en el Museo de la Ciudad de la Habana, sin que se haya podido esclarecer las fuentes que lo avalan, aparece:

1560 Juan Rojas

1575 Alonso Vezo o Bezo

1579 Rafael Costa (aprendiz de herrero)

1597 F. González Tavares

1600 F. Sánchez de Moya

De esta relación se ha localizado en el Catálogo de Pasajeros a Indias la partida hacia La Habana el 3 de junio de 1597 de:

Francisco Sánchez de Moya, Capitán de Artillería de la Habana, con su mujer doña Inés de León y sus hijos Juan, doña María y Francisco Sánchez de Moya”. (65)

En Cabildo de 10 de abril de 1573 se señala que “el día de Corpus Cristi viene presto y que para aquel día y cosas convenientes al servicio de Dios Ntro. Sr. Que en la procesión y fiesta que se hiciere que haya algunos regocijos y fiestas, mandaron que para lo susodicho todos los oficiales como son, sastres, carpinteros, zapateros, herreros y calafates, saquen sus invenciones y juegos aquel día...” (66) Dentro de las “Mercedes y disposiciones reales de orden local dadas por el Cabildo Habanero en el siglo XVI” aparecen:

26 de febrero de 1574: Melchor Pérez de Morrillo pide licencia para poner una fragua, para hacer arcabuces y que la quitará cuando se lo manden. La pide en la playa cerca de la cárcel. Concedida esa condición. (67)

Se ha encontrado registrada en el Catálogo de Pasajeros a Indias, la partida de “Melchor Pérez, natural de Ayllón, soltero, hijo de Alonso y de Juana Martínez, a Nueva España. - 7 de agosto de 1570.” (68) Y se ha tomado nota de este hecho pues, aunque no aparezca como destino La Habana pudo haberse quedado en ese puerto y ser la misma persona que cuatro años más tarde pide licencia para colocar una fragua, coincidencia que evidentemente no se ha podido corroborar.

24 de febrero de 1576: “Se acordó arrendar la fragua y bohío en que vive Hernando Rojas, negro horro, el que pareció y dijo que tiene edificado y que ofrece seis ducados cada año, a que se accedió y se mandó hacer escritura.” (69)   En el Catálogo de Pasajeros a Indias aparece registrada, el 3 de junio de 1597, la salida con destino a La Habana de Pedro Álvarez, maestro herrero, natural de Guimaráns, en Portugal, hijo de Pedro Yáñes y de Leonor Álvarez, con su criado Sebastián Hernández. (70) También para ese puerto salió el 13 de marzo de 1602 “Jorge Leal, herrero, edad 34 años”, según reporta Lourdes Díaz-Trechuelo en su libro La Emigración Andaluza a América. Siglos XVII y XVIII, empleando como fuente la Sección de Contratación del Archivo General de Indias.De ninguno de los dos herreros se ha encontrado en La Habana constancia de su presencia. A continuación, la ficha con los datos del herrero Jorge Leal:

-Origen: Triana

-Motivo del viaje: Al servicio de Pedro de Valdés, provisto Gobernador de Cuba, a servir su oficio de herrero.

-Observaciones: No constan los padres. Es gitano asimilado. Es herrero, “muy buen oficial”. Casado “por la Iglesia de Roma” con Magdalena Hernández con quien pasa. Lleva a sus dos hijos. (71)

Los herreros también encontraron empleo en el ejército. En 1754 se forma una compañía de artilleros “con capitán, dos tenientes, dos subtenientes, dos alféreces, y cinco sargentos, que, con cabo, bombarderos, herreros... debe tener 172 hombres.” (72)

Un estudio sobre las profesiones de la población libre cubana empleando el Censo de la Isla de Cuba de 1846 (73) refleja:

Oficio No. de personas

Armeros y cerrajeros 57

Faroleros y hojalateros 209

Fundidores 17

Caldereros 125

Ferreteros 17

Herreros 612

Y remite al Manual de la Isla de Cuba reeditado en 1859 donde su autor, García de Arboleya, describe algunos aspectos sobre “la industria” del hierro:

El hierro se importa del extranjero ya forjado, y el trabajo del herrero se circunscribe casi a empalmarle y amoldarle para construir rejas, ganchos, etc., de los edificios. Las herraduras y toda clase de armas, útiles y herramientas se importan de fuera; lo mismo sucede con todas las manufacturas de metales, excepto la hojalatería y calderería en pequeño, de que la industria propia nos provee, aunque se traen de Ultramar las hojas de lata, algunas hormas de azúcar y varios enseres domésticos... A pesar de ellos tenemos excelentes operarios cada uno de los ramos mencionados: su habilidad resalta en los preciosos ador- nos de los balcones y ventanas de muchos edificios, en varias piezas curiosas de armería y cerrajería, en obras de cincel sobre metales preciosos y hasta en ins- trumentos de música.” (74)

Otros datos de interés aporta el estudio basado en el Censo de 1846. Refiriéndose a la población negra libre que se vincula a las actividades artesanales relaciona- das con la metalurgia señala:

...Estos oficios requieren un cierto grado de especialización; los hombres de color, en su gran mayoría, mano de obra especializada, tienen un valor poco representativo en las artes mecánicas, aunque es la profesión de herrero la más abierta a las gentes de color...” (75)

Se han consultado varias fuentes que informan sobre la existencia de herreros y la ubicación de los talleres donde trabajaban, Directorios y Almanaques donde se anunciaban los diferentes oficios y los servicios que se prestaban en La Habana:

Directorio de la Ciudad de la Habana y Extramuros para 1840 (76): 

Ainuflio, Julian                herrero y cerrajero Calzada de Monte 154

Alvarez, Antonio               herrero                  Aguila (s/n)

Arola, Juan                      herrero                  Egido 70

Augol, Juan José              herrero                  Prado 8 (herrería)

Baille, Andrés de cerrajero Calzada del Monte 4

Babesto, Ramón de fundidor Consulado 9

[…]

 
 

El hierro en la arquitectura doméstica habanera del siglo XIX

En las primeras décadas del siglo XIX el azúcar, el café, y otros productos tropicales registraron un alza espectacular de precios y de ello se benefició la economía cubana, que sólo estaba amenazada por la abolición del tráfico negrero.

La importancia del puerto de La Habana se mantiene a pesar de la desaparición de la flota y la liberalización del comercio:

El tránsito del monopolio comercial hacia un sistema de libre comercio efectuado entre los siglos XVIII y XIX no le hizo disminuir su importancia, como sucedió con otros vinculados al circuito de las flotas de Indias, gracias a la transformación de su función de puerto de servicios para la navegación en cabecera de una rica región de plantaciones esclavistas. La Llave del Nuevo Mundo dejó de vivir atenta al curso anual del inmenso foreland de la Carrera de Indias para depender del ritmo de los productos de su hinterland -azúcar, café y tabaco- colocados en el mercado mundial. Al mismo tiempo la ciudad cerrada y amurallada, se transformó en un conglomerado de barrios, ilimitado, considerado en 1820 entre los seis distritos urbanos mayores de América” (133)

Indudablemente el desarrollo económico interno muy vinculado a la presencia del puerto también ejerce su influencia a nivel urbano. […]

La arquitectura doméstica de la burguesía habanera sigue fuertemente vinculada en las primeras décadas a las funciones portuarias, pues los almacenes de depósito del puerto no se construyen hasta mediados del siglo:

... en muchos casos (en la casa habanera) se combinaba el almacenaje de pro- ductos procedentes de las propias haciendas o de otros lugares, con el alquiler de locales interiores y exteriores para el comercio ajeno; para todo lo cual sobraba el espacio en las casas de mayor porte, como era, casi sin excepción, todas aquellas que daban a las plazas.

Por lo demás este mismo fin utilitario entraba en juego en la gradual sustitución de los barandajes y rejas de madera torneadas, por otros de hierro…”

Afirmar que el hierro se extiende en la arquitectura doméstica habanera debido a la escasez de madera y a la mayor necesidad de seguridad de las viviendas es razonable pero no suficiente. Cierto es que ambos problemas son oportunamente resueltos con la sustitución de un material por otro, pero también lo es que España, con cierto retraso, está entrando en un proceso de industrialización que tiene su repercusión en la producción de elementos para la arquitectura lo que hace que estos se vayan extendiendo a nivel popular y comiencen a tener un mayor impacto en la imagen urbana de las ciudades.

Los hierros habaneros, como ya se ha señalado, tenían que ser importados y llegaban a la ciudad generalmente preelaborados, listos para ensamblar, por lo que extender el empleo del hierro “masivamente” no depende sólo de una necesidad interna sino, fundamentalmente, de la posibilidad real de contar con un suministro suficiente en cantidad y variedad de elementos.

Francia e Inglaterra en el s. XVIII comienzan a extender el hierro forjado y fundido en la arquitectura, aunque la primera pasa por un período de estancamiento después de la Revolución que no se invierte hasta los años veinte de la próxima centuria. En España, por el contrario, aparece en los Reales Sitios según los cánones franceses y de allí pasa a las viviendas de la aristocracia. A nivel popular se emplea con una modestia que perdurará hasta la década del treinta del s. XIX. En Madrid, por ejemplo, en el s. XVIII existen barandas de balcón de factura simple con balaustres partidos por una arandela a la mitad de la altura y esto se mantiene hasta la década de 1830. […]

Catálogos europeos de herrería

Para poder establecer las aportaciones locales en el diseño de elementos de hierro en la arquitectura habanera del siglo XIX, es indispensable su comparación con los Catálogos de uso común en Europa en este período.

En La Habana no se conservan los catálogos que probablemente se emplearon para producir o ensamblar muchos de estos elementos, por ello ha sido necesario consultar los que existen en España.

En la Tesis Doctoral “Literatura de Arquitectura y Construcción en España. Siglo XIX” (155) de Angela Molada, se hace referencia a la escasez de la producción en lengua castellana de tratados generales de arquitectura y construcción durante ese siglo, comparándola con la propia de otros países europeos. En España la mayor parte de las obras de este tema son traducciones de obras francesas, inglesas y en las últimas décadas también alemanas e italianas. […]

El principal aporte de esta investigación radica en la comparación de estos catálogos con los elementos de hierro habaneros y el esclarecimiento del origen de la que consideramos nuestra herrería colonial.  Este libro cuenta con 79 fichas técnicas de los edificios analizados con abundante información gráfica y fotográfica.

 
 

Ileana Pérez Drago. 1964, La Habana, Cuba. Doctora en Arquitectura por la Universidad Politécnica de Madrid, Especialista en Restauración Arquitectónica por la Universidad de Valladolid y Arquitecta por el ISPJAE, La Habana. Su experiencia profesional la ha desarrollado en proyectos/obras de rehabilitación/restauración en el Centro Histórico de La Habana y en proyectos/obras de arquitectura de interiores en Madrid y Ciudad de Panamá. Dirigió la actividad docente y fue profesora en la Escuela-Taller Gaspar Melchor de Jovellanos de la Oficina del Historiador de La Habana en su primer ciclo. Investigó por más de diez años sobre la herrería colonial de La Habana en el siglo XIX. Como resultado de su Tesis Doctoral publicó el libro HIERROS DE LA HABANA con la Fundación Diego de Sagredo, Madrid. Actualmente reside en Miami.

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