Alrededor de una brizna de polvo sobre el abismo

ABEL GERMÁN DÍAZ DE CASTRO

Unas palabras respecto de “Una brizna de polen sobre el abismo”, obra de José Hugo Fernández sobre la poesía de Odalys Interián, Editorial Dos Islas, Miami 2021.

El crítico retórico griego Longino o Pseudo-Longino (si aceptamos como bueno el dato tan poco fiable de esta autoría ) escribió que si lo sublime se utiliza en el momento justo es como un rayo que hace polvo todas las cosas y evidencia de golpe la fuerza del orador, y añade que es grande realmente solo "aquello que proporciona material para nuevas reflexiones" y hace difícil, más aún imposible, toda oposición y "su recuerdo es duradero e indeleble” [1]

Y ahora, pensando en eso, voy a escribir unas palabras, no sobre el tal Longino, sino, en cierto sentido, sobre lo que Longino refiere. Voy a escribir sobre otro libro de José Hugo Fernández, un libro sublime que habla de una obra sublime. 

José Hugo acaba de repetir otra de sus generosas hazañas literarias. Ha publicado, gracias a la Editorial Dos Islas, de Miami, “UNA BRIZNA DE POLEN SOBRE EL ABISMO”. Como ha hecho otras veces, se trata de un libro sobre libros y, además, sobre lo que esos libros sugieren o cómo él los leyó. Porque, es cierto, en ningún momento Hugo pretende que leamos como él, no traza un código, simplemente describe el mundo que concibió a partir de lo que ha leído y que, lógicamente, nos recomienda como una posibilidad o, si se prefiere, como una guía genérica.

Focaliza esta vez su interés en la obra de Odalys Interián, una de las poetas más peculiares y poderosas del panorama literario cubano actual, que, al margen de colores ideológicos y/o religiosos, considero uno. Me refiero a ese panorama que, en dependencia de esos “colores” se tiende a despiezar, y, también, a denostar según qué piezas y según qué matarife. Algo que  felizmente no encontraremos aquí.

Para escribir sobre toda una obra poética y hacerlo con semejante perspectiva, lógicamente hay que conocer muy bien la poesía, y en específico dicha obra. Se precisa, en fin, tener un bagaje que permita incrustar e interconectar la obra en cuestión en un contexto, o nos perderíamos. En tal sentido, José Hugo es el lector y, además, el “escritor sobre lecturas” ideal. Lee, sabe el mecanismo o la ingeniería de eso que lee, y luego es capaz de esa necesaria contextualización, sin la cual el sentido quedaría mediatizado por la falta de datos. Es decir, por la ignorancia.

Así José Hugo nos da una lección de buena lectura. Es como debe leer alguien que lee. Y en esto no hay ninguna obviedad, aunque lo parezca. Me explico: alguien que lee no siempre lee. Hablo del acto de leer a fondo, con lucidez, llevando a cuestas el mundo previo de lecturas necesario para que el viaje (la lectura) tenga la máxima vastedad. Digo esto (y disculpen si una vez más parezco obvio), porque un libro es, aparte de lo que es en sí, también su lector. El triángulo perfecto, pues, no es otro que éste: AUTOR / LIBRO / LECTOR, tríada en la que, si la cosa funciona, el primero puede, y quizá deba, quedar subsumido en los otros dos, y sobre todo en el tercero.

Dicho de otra manera: Solo alguien con la erudición de José Hugo  puede, p. ej., situar la obra de Odalys en ese paisaje riquísimo y complejo, valiéndose de una sin duda fructífera metodología: la “literatura comparada”. Concepto que utilizo solo en lo que tiene que ver con la esencia de algunos contenidos, no con los aspectos “geográfico” y “lingüístico”. Así nos muestra la poesía objeto de estudio a través del prisma de, o en relación con otros poetas que, de algún modo, forman o deben formar parte del material con que ella ha construido (y construye) su magnífico edificio. Así visto, la poesía de Odalys no solo tiene arena, agua, cemento… vísceras de poetas de habla castellana (entre otros, Vallejo, Eliseo Diego, Dulce María Loynaz, Cleva Solís...), sino también de, p. ej., Rilke, que, como se sabe, escribía en alemán. No nos habla de otra cosa, pues, que de sus “naturalezas” o “esencias”.

En algún momento José Hugo nos lo va explicando con estas y otras palabras:

“De una fórmula parecida quizás pudo valerse Hölderlin para explicar la conexión de lo terrenal con lo divino en el caso de sus propios arrebatos de sublime incandescencia poética, algunos de los cuales reseñaría como fulminaciones, golpes demoledores. Y Rilke, devoto y apóstata a un mismo tiempo, acreditó lo sublime como fruto de un sagrado caos. En resumidas cuentas, es procedente que todo auténtico poeta haya experimentado alguna que otra vez lo sublime, entendiéndolo o no como condición mística.” (p. 11, §1)

Y como la poesía de Odalys tiene un marcado peso religioso y, por qué no, anagógico, como reflejo o en consecuencia de su fe, Sor Juana Inés de la Cruz y San Juan de la Cruz  proyectan inevitablemente sobre ella una especie de sutil espectro de Brocken. Pueden considerarse como referentes, indirectos o no, conscientes o no, de ese tema y, en alguna medida, de ese, su modo de hacer. Pero el autor los trae a colación solo para establecer la necesaria distinción que dije al referirme al contexto en la dinámica del análisis comparativo. El autor —quiero decir— no hace este estudio para buscar exactamente ingeniosas relaciones entre facturas o modos de ejecución (las incómodas influencias), sino para que se entienda el qué de Odalys, una poeta que actualiza esa manera de ver a pesar de que, en cierto modo,  proyecta ese espectro o efecto. Nos dice, para resumir, cuáles son las claves de una “modernidad” que, aun cuando propone un mensaje dos veces milenario, cubre el fondo y la superficie de esta magnífica poesía.

Tampoco el autor incurre en la fácil tentación de ubicar a Odalys en un canon. Simplemente habla de su obra, se sitúa e intenta situarnos a sus lectores en determinada actitud hacia, y en determinado lugar de dicha obra. Tacto que la posteridad deberá agradecerle. Habría sido un error, me parece, arriesgar juicios de valor apriorísticos. Lo que no impide adelantar, por supuesto, el deslumbramiento actual como prueba:

“Es así que su estilo se va haciendo notar en el panorama de la poesía contemporánea en español como pepita de oro bajo el agua estancada.”  (p. 108, §2)

Hacia el final del libro hay algo especialmente interesante: José Hugo le da voz a la poeta. Odalys explica ahí su forma de ver y vivir la poesía. Habla de experiencias que pueden ser claves para entrar con cierta información en sus poemas. Uno “oye” su voz y es como si se encendiera una luz en esa habitación llena de muebles magníficos, y de pronto descubriéramos algo esencial que, sin esa luz,  no podíamos ver. Y se agradece.

José Hugo, como digo, ha vuelto a hacer gala de su enorme sensibilidad, de su cultura y de su capacidad excepcional para decir las cosas del modo que deben decirse, sin que sobre ni falte  una coma. Porque él escribe con ese exquisito respeto que solo suele apreciarse en los escritores auténticos, esos que saben que una coma mal puesta, es algo más que una coma mal puesta.

Para ilustrarlo, tres citas que añado a las anteriores, pero éstas (en serio) tomadas  al azar:

Por ello pienso que aun cuando no sean pocos los instantes de sublimidad que podríamos entresacar si hurgamos en la historia de la literatura, a partir por lo menos de los jeroglíficos egipcios o la épica sumeria o los cantos babilónicos sobre la creación del mundo, sí debe ser bien limitado el número de poetas que en cualquier época han escrito sostenidamente bajo el pasmo de lo sublime. (p. 12, §2)

O más adelante, hablando de otro tema interesante y polémico donde los haya: la inspiración: La inspiración entonces no es generadora sino facilitadora del hallazgo sublime, o así lo creo yo.(p. 27, §2)

Y, por último:

Alejandra Pizarnik, Virginia Woolf, Alfonsina Storni, Sylvia Plath, Paul Celan… puntualmente vasta parece ser la nómina de poetas suicidas que Odalys evoca o convoca en su obra con una asentada recurrencia. Se diría que sus versos coadyuvan de algún modo al sustento de una de sus más caras obsesiones: Porque un poeta no se disuelve/porque un poeta/no se ausenta para siempre. /Y uno descubre entonces/que se puede vivir eternamente/en quien se marcha… Son chispazos inspiradores, pongámoslo así. (p. 54, §2)

Destaco, por tanto, el esplendor literario alcanzado por José Hugo, el ensayista, novelista y cronista, que acaba de incorporar a la historia de la literatura y la teoría literaria aplicada de nuestra lengua, con “Una brizna de polen sobre el abismo”, no solo la aproximación a una poeta excepcional, sino un modo de hacerlo igualmente excepcional.

Y es que, ¡cómo dudarlo!, él sabe muy bien de qué va lo sublime. Lo reconoció en la obra de Odalys Interián, poeta sublime por excelencia, y nos lo comunica con una obra igualmente sublime. Cuando la lean, porque deben hacerlo, el rayo de Longino (y cito lo que supuestamente dijo aquél) les pulverizará todas las cosas y les mostrará, en un abrir y cerrar de ojos y en su totalidad, sus poderes. —Y ésa, agrego yo, será la recompensa.

  En España, a noviembre de 2021

·[1]LONGINO (Dionisio Longino): Del Sublime, ed. de C. M. Mazzucchi, Milán, Vita e Pensiero, Università Cattolica, 1992; Libellus de Sublimitate, ed. de D. A. Russell, Oxford U.P., 1968. La primera edición española es la de Manuel Pérez Valderrábano, Tratado de Rhetorica el Sublime, en Madrid, 1770; después también traducido por J. Alsina Clota (Barcelona, Bosch, 1977, 1.ª ed.), J. García López (Madrid, Gredos, 1979), M. Pérez López (Madrid, Dykinson, 2011).


Abel Germán (1951). Ha publicado poemas, artículos de opinión y reseñas de libros. Los artículos y las reseñas han aparecido en diferentes medios, sobre todo digitales y en Newsweek en español. Los poemarios: "El día siguiente de mi infancia", “El silencio que dicen", “Soñar como es debido con una flor azul” y “Si acaso 3 cuervos”, y las plaquettes Cubo de Rucbick" y "Curiosidades", en ese orden —excepto “El silencio que dicen”, Editorial Primigenios, Miami, 2020, y “Soñar como es debido con una flor azul” y “Si acaso 3 cuervos”, Editorial Dos Islas, Miami, 2020 y 2021 respectivamente—, fueron publicados en Cuba durante los años ochenta y principios de los noventa. También aparecen poemas suyos en dos antologías de poesía cubana: "Cuba: en su lugar la poesía" y "Usted es la culpable", la primera editada en México y la segunda en Cuba. Vive en España.

Previous
Previous

Introito al dossier “Homenaje a Lilliam Moro”

Next
Next

Dos visiones del Edén, una misma nostalgia del Paraíso