Fragmentos de “La pandemia”(diario)

NICOLÁS ABREU FELIPPE

Cuarto día.

31 de marzo del 2020.

Hoy cuando me levanté en vez de café me hice una infusión de frijolitos chinos.  Tengo mucha fe que eso cura cualquier cosa, lo que sea, hasta el espíritu. Ya tenemos en la Florida 6,096 infestados y 772 muertos por el Covid-19 y en Miami 1926 infestados con 6 muertos.

Hoy me desperté combativo y dispuesto a luchar hasta la muerte contra estos usurpadores de la tranquilidad en mi barrio y de todo el mundo. Nadie los llamó, que se vayan a joder a otra parte, el universo es bien grande. Todo el planeta está virado al revés. El vaticano se impuso una cuarentena, el Papa  ni se quiere aparecer en las grandes ventanotas por donde regularmente se exhibe, hace poco lo vi en televisión,  completamente aterrado, rechazándole la mano a un fiel que emocionado quería acariciarlo como si fuera un Dios. Le tiene mucho miedo a contagiarse, no sabe acaso que si lo llama el Creador tiene que aceptarlo complaciente, se supone que lo representa a Él en esta finca de pecadores, ahora usurpada por los virus chino. Debe representar a sus fieles sin miedo o pretende quedarse en este mundo para servir de semilla. Papá Dios no le ha permitido ese sacrificio a nadie que yo sepa.

Cambiando de tema estoy inquieto porque a mi suburbio, Hialeah lo tienen tirado a mierda. No tienen ningún lugar establecido donde puedan ir sus habitantes a hacerse las pruebas del Covid-19.

Mi hermano me llamó hace un rato de Barcelona, dice que los Covid-19 siguen allá por su libre albedrío. Están muy bien pertrechados  y aunque tienen sitiada su casa por nada del mundo va a permitir que se salgan con la suya esos bichos de mierda  uniformados de rojo como los chinos comunistas. Y a esos él sabe cómo combatirlos.  Muy fácil, matándolos. Nunca ha olvidado el proverbio de que el mejor comunista es el muerto. Sólo eso le basta para luchar hasta la muerte.

Con la astucia de cuando éramos niños, con una manguera y un tanque plástico lleno de lejía, construyó un cañón potentísimo para aniquilar cuanto más virus chino pudiera. Dice que le quedó espectacular que me va a mandar fotos del plano que ideó para que haga uno parecido yo aquí en Hialeah. No tengo lejía pero tengo cloro que es lo mismo. Me parece fantástica la idea, no se puede esperar ni un minuto más para contrarrestarlos. Además me pareció genial que estuviera estudiando las estrategias y técnicas de combate que usó Napoleón para ganar sus batallas. Desde la azotea le dispara potentísimos choros para limpiar el camino. Algunos Covid-19 mueren y otros huyen apendejados. Es de la única manera que puede salir al supermercado a comprar alimentos. Por supuesto con un traje de buzo puesto que ha diseñado para esas ocasiones. Usa el cañón también para dispersar a Covid-19 que se han cogido la piscina para ellos y forman allí depravadas orgías. En la primera oportunidad que tenga la va a vaciar para que se vayan a joder a otra comarca.

Hoy mismo empiezo a hacer mi cañón, estoy entusiasmado y seguro de que va a funcionar. La lejía es buenísima. En la botellería de Liborio en Cuarta y H en el reparto Poey, limpiaban las botellas sumergiéndolas en unos lavaderos inmensos llenos de agua con lejía. Yo veía a los hombres con delantales de sacos que le cubrían las ropas, como le daban hisopo hasta que quedaban brillando. Eso sí era un verdadero reciclaje, botellas de todos los colores y tamaños regresaban a las bodegas y boticas nuevamente envasadas de diferentes productos.

Hoy dieron la noticia que el crucero turístico MS Zaandam anda dando vueltas en altamar porque ningún país lo deja atracar en sus puertos porque lleva enfermos de Covid-19. ¿Será esto posible en el siglo XXI? Ya tengo el virus chino entre ceja y ceja.

Estoy desesperado porque llegue el frente frío que están anunciando en el Weather Channel. Que llueva, que llueva la virgen de la cueva o del hoyo o del agujero o de dónde sea, pero que acabe de llover. Necesito ver agua caer para reconfortarme. ¿Dónde coño está cayendo toda esa agua que se ha evaporado en estos días? Hasta eso quieren robarnos los envidiosos del norte. Los Covid-19 nos tienen acorralados. A lo mejor con dos o tres aguaceros, nos dejan tranquilos. Hay viento o brisa como quieran llamarlo me da igual, me vale mierda. Por sobre el muro que da para la iglesia los veo de lo más contentos reguetoneando en el placer. Mueven la cintura dándoselas de machitos de que hago lo que me plazca. Cuando se mueven parece que vuelan pero en realidad flotan. Se han adueñado de Hialeah, una ciudad tranquila, salvo de que la mayoría son cubanos, aseres monina. Están posados en las matas y juegan saltando de un gajo a otro como Tarzán con Juana en los hombros. Por eso he activado mi escopeta de perles para exterminarlos y colaborar para terminar con esta pandemia. Tengo muy buena puntería y además un tirapiedras con muchos balines profesionales comprados en Walmart.

Cayendo la tarde hablé con mis hermanos, mi hermana está aterrada, no sale de la casa y mi hermano mayor por el estilo. Yo no me quedo atrás, estoy bajo un estado depresivo incontrolable, ya lo venía arrastrando desde que murió mi perro Rocky.

La tarde es linda, siempre es así cuando se despide y le tiré fotos al sol enterrándose. Las calles permanecen tranquilas apenas hay carros transitando cuando normalmente son una locura estas avenidas.

Con el noticiero de la tarde me enteré que los bandoleros empezaron a sacar las pezuñas. El gobierno está investigando a unos magnates que misteriosamente vendieron todas sus acciones antes de que la furia del virus chino tirara las bolsas al piso. El Covid-19 no perdona, hay un niño enfermo de 2 años y un anciano de 102 años, no hay límite de edad. Mi depresión revienta a cada minuto.

Luego transmiten una llamada en directo desde el Nuevo Vedado en Cuba y una mujer habla angustiada, se queja de que no se encuentran artículos de limpieza en ningún lugar, ni jabón ni comida ni nada. Las conocidas mulas, con su comercio establecido, que iban de Miami, ya no van y faltan los abastecimientos que contrabandeaban al estilo de El enamorado de  la osa mayor. Se sabe que los residentes en Miami mantienen a Cuba abastecida de todo lo necesario para sobrevivir. Los residentes en la isla ahora se quejan de que las llamadas mulas, que traficaban en vuelos diarios y mantenían el país abastecido han reducido sus viajes. Pero qué no puede pasar en Cuba. En esa isla el problema es la dictadura implantada hace más de sesenta años, ahora precedida  por los hijos y nietos de la canalla principal, la llamada Realeza Castrista. Eso son los nuevos príncipes, princesas y sabrá Dios cuánta porquería más. Por supuesto muy venerada por España y otros  países peores. Dice la dictadura que allí el Covid-19 está bajo control, que ellos tienen experiencia en manejar situaciones peores. Pero el pueblo hambriento, con esta crisis, continúa apelotonado  haciendo colas para tratar de capturar cualquier cosa para comer que distribuyan en las bodegas. Esta pobre confiesa que el caos en los hospitales con los enfermos están tratando de resolverlo los estudiantes de medicina que no se han graduado aún. Pero la nueva Realeza en el poder, ha puesto toda su esperanza en los santeros que se han tirado a la calle y hacen limpiezas gratuitas por toda la cuadra a sus vecinos para protegerlos del virus chino. Sin contar, por supuesto,  los rituales sin límites de gallos y gallinas y otros animales sacrificados, a pesar de que no tienen para comer en sus casas, para detener la implacable expansión del Covid-19 en toda la isla. ¡Qué maravilla!

Mientras tanto hay un muerto cada tres minutos en New York y celebran la llegada de un hospital de la armada para ayudar con el desastre.

Oigo el lamento de la Chilindrina que me llama desde la puerta de la casa para recordarme que no les he dado comida. Estaba entretenido con las noticias y olvidé darles el alimento a mis niñas. Por supuesto, el mundo, la existencia, es otra cosa para ellas.

 

Vigésimosegundo día.

18 de abril del 2020.

En Estados Unidos los infestados confirmados en este momento alcanzan la cifra de 706,856 y han perdido la batalla contra el Covid-19 más de 37,000. En el planeta tenemos 2,273,986 infestados y han muerto 156,076. En la ciudad de New York hay 235,395 padeciendo el virus y han fallecido 17,131. La Florida tiene 24,759 contaminados y 726 han muerto debido al contagio. Miami-Dade tiene 8,824 y no han sobrevivido el ataque del virus chino 195. España llega a 191,726 y han pasado por el entierro miserable que ofrece este virus 20,043. Las estadísticas de Italia hoy estaban muy confusas. ¿Qué estará pasando? ¿Trampas con cifras? Piensa mal y acertarás, es inevitable no hacerlo.

En la ciudad de Guadalajara en México están repartiendo cajas de alimento con la cara del Chapo Guzmán, asesino y narcotraficante inescrupuloso, empotrada en la cubierta. Mientras los médicos, enfermeros y enfermeras tienen que esconderse de los habitantes de la ciudad por miedo a represalias. Los atacan sin compasión porque los acusan de ser cómplices del Covid-19 ayudando a propagarlo, sus propios coterráneos los acusan de ser portadores y de esparcirlo por toda la ciudad. Paranoia total entre los mexicanos que ya han tratado de incendiar hospitales y recintos donde brindan y se arriesgan los médicos ofreciendo ayuda a los enfermos. Parece que se han contagiado con la imbecilidad y anormalidad de su presidente Andrés Manuel López Obrador, tipejo que parece una chancletera  camuflada de un solar de La Habana vieja donde aprendió a adorar a su supremo Fidel Castro. Ese adefesio fue lo que eligió como presidente la mayoría del pueblo mexicano y no se cansan de vitorear sus payasadas. Digiéranlo ahora como mejor puedan, yo les aconsejo que lo saboreen con papas fritas antes de que estas desaparezcan del mercado. No se lamenten ahora como los venezolanos y nicaragüense, ya estaban advertidos. Tal parece que el histórico México quiere integrarse a lo que queda de las ruinas mayas. Que Kukulcán los coja confesados.

Esto de llevar el tapaboca obligado no me agrada nada, me molesta, siempre se me olvida ponérmelo a donde quiera que vaya. Si es útil o inútil, no lo sé, pero a mí me jode la existencia. Lo único estupendo y práctico que le veo, y ojalá se convirtiera en moda, es que no tienes que verle la cara a nadie.  Ya hasta algunos Covid-19 con los que me encuentro vienen con tapabocas azules igual que los míos, parece que para evitar contagiarse con lo que ellos están supuestos a infestar. También ya es una locura como algunos inversionistas se han obsesionado con la bolsa de valores, entiendo que muchos viven de eso y ganan mucho dinero pero yo no entiendo ni papa frita de cómo funciona. Aunque me gustaría invertir y hacer dinero fácil como asegura un mequetrefe que organiza convenciones todos los meses prometiendo que enseñará a los que se lo propongan a enriquecerse en poco tiempo y sin esfuerzos, sin embargo él alimenta sus bolsillos con los infelices que pagan caras las entradas para aprender a invertir su capital o perderlo, quién sabe. Ni el virus chino detiene a este tipejo llamado Cardume. “El vivo vive del bobo”, aunque a veces tengamos que renunciar a la bondad,  decía un sabio amigo mío de la infancia.

Los grandes millonarios, que muchos envidian, dan con beneplácito, dineros para que se pueda lograr una vacuna que nos proteja del Covid-19. Bill Gates donó 750 millones de dólares porque quiere una vacuna de inmediato contra el Covid-19. Jack Dorsey el fundador de Twitter  donó 920 millones de euros para ayudar a la misma causa. Esto es que yo sepa, puede haber muchos más solidarizándose. Y después los comunistas dicen que los ricos sólo saben aprovecharse explotando a los pobres, que no sirven ni les importa nada. Lo único que sé es que gracias a los ricos se conservan muchas obras de arte. Que la Mona Lisa o el Jardín de las Delicias o cualquier otra, no sirvió para confeccionar una chaqueta o un par de zapatos de algún cretino dictador de turno gracias a que estaban bajo buen recaudo. Pero no quiero ahondar aquí en el manual comunista de pobres y ricos, la mayoría lo conoce y lo ha padecido en carne propia, otros lo usan para su beneficio. Todo el mundo sabe que los delincuentes comunistas sólo quieren aniquilarlos y ocupar sus riquezas para convertirse ellos en los millonarios con el menor esfuerzo. Se sabe también que hay ricos de muy baja calaña y pobres muchos más porque son mayoría. Mi madre me decía de niño que no bajara nunca, por nada del mundo, al nivel de un mierda para hacerlo sentir bien, que si era mi amigo que pusiera todo su esfuerzo para tratar de llegar al mío. De ella aprendí a no envidiar a nadie si no de imitar sin recelos a cualquiera si valía la pena. En fin, lo que tenemos que hacer ahora es cruzar los dedos para cuando la vacuna esté lista se suministre sin costo alguno gracias a esas donaciones y que los que manipulan el Medicare, bandoleros de nivel con mucha calle, no traten de manejarla a su conveniencia sin ningún respeto.

Los chinos después de repartir el virus por el mundo entero ahora se dedican a vender pruebas fraudulentas del Covid-19 al mejor postor. Ya han timado a Inglaterra, España, etc., etc., etc. A  Inglaterra sin ninguna compasión le  han estafado veinte millones de dólares. Estos chinos no creen ni en su madre ni en pandemia ni que el mundo está enfrentando una crisis achinada que ellos provocaron. Y ya es irrefutable que es demasiado virulenta. Pero qué se puede esperar de gentes que mantienen  dentro de su dieta alimentaria a los perros.

Acabo de poner a cocinar en el horno una paleta de puerco deliciosamente adobada, no la mierda que venden en el supermercado Sedanos. Vienen a comer mis hijas a la casa un asado que a ellas les encanta y eso es suficiente, no hay que ahondar más en el asunto. A Lisa le fascina el pellejo tostado y a Mónica, mucho más práctica, se desvive por  todo, chupa hasta los huesos. Una comida así, con pandemia o sin ella, es de las cosas que te obligan a salir de la casa y sufrir cualquier riesgo.

Apuesto lo que ustedes quieran a que hoy no va a caer ni una sola  gota de agua, de lo que si estoy seguro es de que en cualquier momento empiezan a aparecer columnas de humo en el horizonte provocadas por incendios que se desaten en los Everglades. Lo que más siento es que me van a joder las caídas espectaculares de la tarde que se ven siempre desde el patio de mi casa. La ceniza de la pangola que arde se esparce millas con el viento y empercude los carros. Cuando la llamarada es muy cerca de Hialeah a veces te llegan hasta la puerta las pajas todavía encendidas. Todo el barrio se empercude. A mí me da igual pero la mayoría de mis vecinos sufren con eso y después se pasan el Weekend fregando los carros empercudidos y dándole paño. Es miserable verlos.

Algunas ciudades ya empiezan a moverse a una reapertura. Ayer en la Florida,  Jacksonville abrió sus playas. Casi todos los estados empiezan a suavizar sus restricciones después de días de parálisis y encierro domiciliario. Todo el mundo está un poco enloquecido con este recogimiento obligatorio y prefiere arriesgarse un poco o mucho y enfrentarse al virus chino. Yo pienso como la mayoría, aunque estén equivocados, que ya es hora de ir llevando el país a la normalidad de siempre, a la que estábamos acostumbrados aunque estemos todavía en emergencia nacional. No podemos seguir hacinados dentro de nuestras casas. Por lo menos yo estoy enloquecido y deliro a diario por ir a Siesta Key a tomarme una sopa de Clam Chowder en el Captain Curt’s Crab & Oyster Bar.

Hoy supe que hace unos días, el mar de Galilea en Israel se desbordó por primera vez en 300 años. En realidad no es ningún mar, es un lago de agua dulce que está hundido en una meseta a 209 metros por debajo del nivel del mar, en esas aguas no hay ni siquiera oleaje. Un hecho curioso que me llamó la atención, algunos creen que es una señal apocalíptica. Yo me imagino que pudo haber un terremoto en el fondo del lago y lo hizo estremecer, qué otra cosa puede ser.

¡Coño!, ahora se ha puesto el cielo oscuro y hay mucho viento. “Parece que va a llover el cielo se está nublando, hay mamá me estoy mojando…” y al fin llegó una lloviznita, pero no se me vayan a embullar porque parece otra nube meona. Hacia el sur, norte y oeste el cielo está despejado.

Llega otra nube meona, ojala que continúen llegando una tras otras durante toda la tarde. Pero no son nada del otro mundo, desaguan y siguen con su música hacia otro reparto. Suerte y verdad, al que le tocó le tocó. Me encanta el sonido de la lluvia, ver cómo las matas se alborotan buscando las gotas, cómo cada superficie donde cae va repartiendo sonidos nuevos, desconocidos.

Al final dejaron unos charquitos en el patio. La sequía continúa.

 

Cuadragésimotercer día.

9 de mayo del 2020.

¿Verdadero o falso? Para variar voy a empezar con USA que amaneció con 1,286,833 enfermos de Covid-19 y ya han muerto 78,322. New York tiene 333,122 y han muerto 26,563. En la Florida hay 40,001 infestados y han muerto hasta hoy 1,715. Miami-Dade despertó con 13,841 contaminados y 482 muertos. España se levantó con 224,350 enfermos y han muerto 26,621. Italia hoy carga con 219,070 contagiados y han muerto 30,560. En conjunto en todo el planeta hay 3,965,863 infestados y han muerto hasta hoy 275,527.

Cuando me iba a sentar a ponerme los zapatos oí a la Chilindrina llamándome desde el portal. Ahora le ha dado por atravesar toda la casa para dejarme saber que tengo que echarle la comida. Ya la Mamá hace rato que está esperando en el patio. Fui, le abrí la puerta y la dejé entrar, atravesó toda la casa restregando el lomo por todos los muebles que encontraba a su paso, la seguí hasta el patio en plantillas de media y le serví la comida a las dos, después terminé de ponerme los zapatos.

Mañana es el Día de las Madres, todo el que me conoce sabe que odio las flores y no me gusta regalárselas a nadie, no creo que obsequiarle a alguien rosas, margaritas o tulipanes sea nada romántico ni que represente el cariño que sientes por una persona y mucho menos amor. Las flores, como siempre he dicho, marcan el principio de todos los desastres. Sin embargo cuando éramos niños mis hermanos y yo íbamos los Días de la Madres a la loma a buscar flores silvestres, preparábamos un ramillete entre todos y lo poníamos en un pomo con agua sobre la mesa. Ella se volvía como loca cuando lo veía y no se cansaba de repetir que era el ramo de flores más precioso que había visto en su vida. Y nosotros por otro lado nos sentíamos muy orgullosos de verla tan feliz. Raramente encontrábamos girasoles que era su flor preferida a pesar de que recorríamos, no con muy buenas intenciones, la finca de Pancho, la de Maragoto y la de Trujillo que no estaba muy cerca de la casa.

Mañana es un día de mucho desconsuelo para los que han perdido a su madre, se puede sentir en la ambiente la pena recorriendo las calles. El recuerdo se agolpa en la piel y la brisa nunca logra refrescar los cuerpos húmedos de tristeza, pero para algunos la presencia es aún fresca y se puede respirar. Mañana los cementerios se abarrotan por todos los que han quedado del lado de acá. Lo único que sobrevive, y me incluyo, es una cicatriz por la que una vez pudimos respirar confiados. Nunca he pensado que no veré más a Maximiliana Concepción Felippe Torres, ella no está muerta, mi madre morirá cuando muera yo. Así de sencillo.

Mañana se pasará el día lloviendo según ha pronosticado el canal del tiempo. La lluvia lo desolará todo pero sin lugar a dudas hace falta que llueva bastante para evitar que la lava vuelva a llegar a la superficie. Me da mucha alegría ver la cantidad de palomas rabiche y de aliblancas merodeando Hialeah y el placer de la iglesia, se procrean en primavera y se ven volar incansablemente del césped a las matas donde construyen los nidos. En estos días he estado pensando en comprarme un tomeguín y una jaula de trampa, pero me he vuelto muy comemierda con los animales y ya no me gusta verlos encerrados ni aniquilarlos como hacía antes. Salvo excepciones por supuesto. 

Parece que ya los extraterrestres terminaron de evacuar a los Covid-19, ni por casualidad se ve uno deambulando. Siempre pienso lo peor y me asusta que estén tramando otra invasión al planeta con virus más fieros y crueles. No sé si me estaré volviendo loco pero para mí los Covid-19 son chinos virulentos y uno se piensa  que son alienígenas, no cabe la menor duda de que son muy parecidos.  Es muy necesario tener lista una vacuna por si acaso lo que planean es un ataque por sorpresa con  consecuencias catastróficas. Les repito el dicho popular, piensa mal y acertarás, para que lo tengan presente. No me gusta nada de nada la desaparición repentina de los Covid-19, fue demasiado pasiva. Sean verdad o mentira las estadísticas de Johns Hopkins of Medicine no quiero seguir contando más infestados y muertos.

Ya había terminado por hoy pero pensé que debí incluir esto que acabo de experimentar. Cuando me fui a acostar y corrí la frazada de la cama con la que me tapo de noche, varios Covid-19 dormían como lirones sobre mi almohada, traté de aniquilarlos pero se esfumaron ante mis ojos como fantasmas. Casi me cago, estoy seguro que no estaba viendo visiones. Más claro ni el agua.

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 Nicolás Abreu Felippe (La Habana, 1954) llegó a los Estados Unidos en 1980, a través del puente marítimo Mariel-Cayo Hueso. Es autor de Al borde de la cerca (Madrid, 1987), testimonio de sus experiencias como asilado en la embajada de Perú en La Habana; de las novelas El lago (Miami, 1991), Miami en brumas (Miami, 2000), La mujer sin tetas (Santo Domingo, 2005) y En Blanco y Trocadero (Miami, 2015). Es coautor con sus hermanos, de Habanera fue (Barcelona, 1998). Su poemario Las hojas al caer (Pensilvania, 2019) fue finalista del Premio Paz de Poesía (2016). Cuentos y poemas suyos han aparecido en distintas publicaciones de Estados Unidos, España y América Latina. En la actualidad trabaja La ribera, una novela y en Tiempo podrido, cuentos.

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