La Habana 504 (1519-2023)

ILEANA PÉREZ DRAGO

La Habana vuelve a estar de cumpleaños. Otra vez se acerca el 16 de noviembre y hay poco que celebrar.

No obstante, continúan apareciendo proyectos hoteleros y La Habana se sigue desmoronando a la vez que recibe esas “inyecciones” que no pueden contrarrestar su enfermedad letal. Porque no es algo dermatológico lo que tiene La Habana, es algo más profundo.

Gran Hotel Manzana-Kempinski. La Habana

Derrumbe en La Habana.

Las ciudades son organismos vivos que dependen directamente de sus gobiernos y sus ciudadanos, de la capacidad de acción de ambos. Y en el caso de La Habana, como ejemplo más dramático de toda Cuba, la inoperancia del Estado y la incapacidad operativa de los ciudadanos, programados para depender absolutamente del gobierno, ha sido la combinación perfecta para ir degradando una arquitectura de gran valor en su conjunto y también en su individualidad.

La continuidad de fachadas es uno de los valores urbanos de La Habana.

La Habana no ríe, no puede reír, a pesar de las maracas, el tabaco y el ron. En todo caso puede tener una sonrisa enigmática, que deja un sabor amargo por lo que se ha sido y lo que ya no se es.

Tratando de mirar el futuro con optimismo, en el momento que Cuba comience a vivir en democracia, toda la información existente y su actualización servirán como punto de partida para comenzar a reconstruir la ciudad de La Habana y el país en general.

Será importante en ese momento que desde la política del país se actúe con cultura. Entiéndase actuar con responsabilidad, sensibilidad y una visión a largo plazo.

La Habana pasará por una actualización, como muchas ciudades con inyecciones financieras donde han florecido las torres o rascacielos y habrá que direccionar convenientemente ese impulso para que no afecte los valores patrimoniales que hacen de La Habana una ciudad única.

Cartagena de Indias. Centro Histórico y zona moderna.

Y aunque los problemas de deterioro son bastante generales, no cabe dudas que en la Habana Vieja y Centro Habana es donde la situación se hace más grave.

Quizás la mayor complejidad filosófica y operativa se tendrá al tomar decisiones sobre la conservación de Centro Habana, una zona de difícil recuperación por el amplio uso del sistema constructivo de viga-losa (vigas de acero con losas de hormigón en los planos horizontales) y el uso de hormigón armado de mala calidad en las primeras décadas del siglo XX.

Techo de viga-losa desaparecido. Se conservan algunas vigas de hierro.

Estas características agravadas por la falta de mantenimiento general y en especial de las cubiertas, hacen de Centro Habana una zona de muy compleja recuperación integral por lo que, inevitablemente, se tendrá que realizar una demolición selectiva, clareos de manzana, lo que equivaldría en muchos casos a conservar fachadas para mantener la imagen urbana continua, que es uno de sus valores, y construir obra nueva creando espacios comunitarios con arbolado en el interior de las manzanas, dotando así de mayor calidad a las futuras viviendas. Solución que también habrá que asumir en La Habana Vieja, inevitablemente, por el avanzado deterioro y lo incosteable de una rehabilitación para todos los edificios altamente deteriorados.

Las estructuras deterioradas complejizan la rehabilitación.

Sobre cuánto puede demorar la rehabilitación de La Habana es aventurado calcular el tiempo necesario. Para ver un resultado notable supongo que habrá que actuar durante diez años, al menos. Aunque en el proceso será alentador ver el avance. La complejidad pasa por la necesidad de actualizar los sistemas de todo tipo que apoyan el funcionamiento de la ciudad y los edificios, así como la construcción de viviendas para desplazar la población hacinada hacia otras áreas de la ciudad y así poder acometer las obras de modo seguro.

Aquí se abren temas complejos: la gentrificación, el desplazamiento de la población autóctona y la recalificación del suelo. Es el proceso que han vivido muchos centros históricos en las últimas décadas y minimizarlo solo es posible con unas políticas equilibradas que permitan que, al menos, parte de la población pueda ser reubicada dentro del mismo territorio o la desplazada temporalmente pueda regresar.

La Habana Vieja

Este problema ya se viene dando en estas décadas de rehabilitación en la Habana Vieja. La población desplazada no ha regresado después, bien por el frecuente cambio de función no destinado a vivienda, o por la imposibilidad de reubicar a todas las familias en los edificios recuperados.

Es un tema que implica a las personas y que, bien tratado, puede ser beneficioso para todas las partes, entiéndase los residentes y los inversores, que serán imprescindibles también para la construcción de viviendas.

En definitiva, la rehabilitación extensiva de La Habana pasa por un cambio profundo a nivel de país, una democratización política y económica que permita empoderar a los ciudadanos y restituir su capacidad para actuar sobre sus vidas y sobre su ciudad.

La Habana espera.


Ileana Pérez Drago. 1964, La Habana, Cuba. Doctora en Arquitectura por la Universidad Politécnica de Madrid, Especialista en Restauración Arquitectónica por la Universidad de Valladolid y Arquitecta por el ISPJAE, La Habana. Su experiencia profesional la ha desarrollado en proyectos/obras de rehabilitación/restauración en el Centro Histórico de La Habana y en proyectos/obras de arquitectura de interiores en Madrid y Ciudad de Panamá. Dirigió la actividad docente y fue profesora en la Escuela-Taller Gaspar Melchor de Jovellanos de la Oficina del Historiador de La Habana en su primer ciclo. Investigó por más de diez años sobre la herrería colonial de La Habana en el siglo XIX. Como resultado de su Tesis Doctoral publicó el libro HIERROS DE LA HABANA con la Fundación Diego de Sagredo, Madrid. Actualmente reside en Miami.

Previous
Previous

Fragmento de "Mi tío David, muerto en deportación, y yo"

Next
Next

Cultura y democracia en Camagüey