La Bella Cubana, Rostros de Mujeres en la Cuba del Siglo XIX

TERESA FERNÁNDEZ SONEIRA

En la primera plana del Diario de La Habana del 19 de marzo de 1839 se publicó la noticia: «Daguerre ha encontrado el medio de fijar imágenes que vienen a pintarse en el fondo de la cámara oscura».  También se reportó en En el Noticioso y Lucero de La Habana del 5 de abril de 1840, cómo ese invento había llegado desde París por medio de Pedro Téllez Girón, hijo del que por entonces era capitán general de la Isla.    

En aquellas décadas La Habana se embellecía con nuevos edificios, mercados y teatros como el Albisu (1870) el Payret (1877) y el Irioja (1884).  Rediseñaban paseos, como el de la Alameda de Paula, y se construían otros marítimos, así como hermosos monumentos.  Además de este auge económico, las familias mejoraban el diario vivir con el alumbrado de gas instalado en 1846; el teléfono eléctrico denominado «telégrafo parlante» realizado en 1854 por el florentino Antonio Meucci. También comenzaba a funcionar el ferrocarril en 1857; la luz eléctrica en 1877, y el teléfono en 1879.  Era sin dudas un ambiente de bienestar propicio para que la fotografía triunfara.  

Luego de haber ejercido como profesor de caligrafía y dibujo en La Habana por tres años, George Washington Halsey se marchó a Estados Unidos donde comprobó en Nueva York los adelantos fotográficos, aprendió la técnica, y compró una cámara.   Luego regresó a Cuba y el 3 de enero de 1841 inauguró en la calle Obispo el primer estudio fotográfico donde hacía retratos en miniatura al daguerrotipo.  Gracias a Halsey, Cuba se convirtió en el segundo país del mundo y el primero en Hispanoamérica en inaugurar un estudio comercial de retratos en la calle Obispo. Halsey permaneció seis meses más en Cuba retratando a la alta sociedad de la capital y también en la ciudad de Matanzas y en Trinidad.

Muy pronto la calle O’Reilly concentró a un gran número de estos artistas por lo que mereció el sobrenombre de «la calle de los fotógrafos».  Entre los que tenían su estudio en esta calle estaba el catalán Esteban Mestre quien se estableció en 1851 en la casa no. 19.  Allí mantuvo su galería fotográfica por 30 años «con real privilegio».  Luego se estableció en el no. 63 de la calle O’Reilly donde se retrató el niño José Martí y Pérez.  El fotógrafo canadiense de origen italiano, Antonio Rezzonico, llegado a La Habana en 1841 procedente de Nueva York, se estableció en la calle de Vives No. 218, y también Francisco Serrano fue pionero cubano en la técnica. Samuel Cohner, fotógrafo norteamericano de ascendencia austriaca y ex dueño de una galería en Washington, viajó a Francia y adquirió cámaras, álbumes y otras novedades y partió para La Habana donde se relacionó con el pintor alemán Oscar Held quien tenía su estudio en la calle Obrapía.  Juntos abrieron una galería de carte de visite con un asombroso éxito. 

Las primeras mujeres fotógrafas de Cuba   Las mujeres estuvieron activas en la fotografía desde que esta se introdujo en 1839.  En 1859 aparece en el Anuario y Directorio de La Habana una lista de los fotógrafos en Cuba donde encontramos a la primera mujer fotógrafa: Encarnación Iróstegui.   Era esposa del daguerrotipista gallego Pedro Arias, que también era pintor, y que enseñó estas artes a su esposa y más tarde a su hijo Vicente.  Animados por algunos amigos gallegos que habían hecho fortuna en Cuba, la familia Arias decidió trasladarse a La Habana a principios de 1851.  Allí adquieren la galería de Juan B. Fernández en O’Reilly 60, y empiezan a hacer fotografía sobre papel logrando un gran éxito.    

Otra mujer fotógrafa fue la matancera Isolina Amézaga, quien se hizo famosa en la década de 1880 por sus fotografías de paisajes matanceros.  En 1896 la retratista Clara García estableció un estudio en la calle Compostela no. 60, y fue de las primeras en equipar su salón con lámparas eléctricas.  Ida Concha tiene un estudio en O´Reilly número 72.  En 1900 aparece la Viuda de Suárez, con estudio en la calle O´Reilly número 64 esquina a Compostela.  Y en Sagua la Grande, Santa Clara, se desempeñaba como fotógrafa la viuda de Rom en la calle Colón número 109.  Al finalizar el siglo XIX, ya aparecían 7 mujeres fotógrafas en el Censo del 1899, seis de ellas cubanas y una norteamericana.  Por entonces en La Habana funcionaban más de 15 galerías entre las que cabe mencionar las lujosas casas fotográficas de Payne, Cohner, Winters & Fredricks, Molina, Lacroix, Contreras, Gómez de la Carrera, Lunar y Herrera.    

La Bella Cubana   En este libro de Teresa Fernández Soneira, La Bella Cubana, rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX, obra que reúne 140 imágenes de la colección de la autora, y algunas otras cedidas por la Colección de la Herencia Cubana de la Biblioteca de la Universidad de Miami, se aprecia a la mujer cubana de todas las provincias de Cuba, luciendo diferentes estilos según la moda de la época y conforme a sus posibilidades. La cubana estuvo al día de los gustos y tendencias de los modistos europeos, aunque muchas veces los adaptaba al clima y la vida de la Isla.  La simplificación de los peinados, no llevar sombrero, lucir escotes, vestir de blanco y la calidad en la costura y el bordado, eran las características que diferenciaban a la mujer cubana de la española.  Vestidas de blanco o de colores claros, a veces exhibían mantillas y mantones, complementados con zapatos de raso. Portaban joyas como collares, aretes, diamantes, piedras preciosas, anillos y sortijas, y pasaban las tardes y las noches tropicales disfrutando y festejando. Los extranjeros decían que, por su elegancia, el bello sexo habanero podía perfectamente rivalizar con el de Europa. 

En este libro veremos rostros de mujeres, tanto de jóvenes madres o abuelas, como de muchachas y niñas y hasta de bebés.  Hay negras, mulatas y blancas.  Por el atuendo que visten y por los estudios donde fueron retratadas podemos determinar su clase social.  Al comienzo, retratarse era una costumbre costosa, pero según se fue ampliando la costumbre del retrato, se fue abaratando la técnica teniendo más oportunidades de hacerse un retrato para el novio, la madre, los hijos o los primos y también para enviar a la familia en la Península o solo por tener un recuerdo de algún cumpleaños o matrimonio.   

La Bella Cubana es un homenaje a la mujer cubana; a las damas de aquella época más sosegada y gentil en la que la mujer disfrutaba de hacer y recibir visitas; celebrar tertulias sociales o literarias en su hogar; asistir a conciertos y recitales en la retreta, y también a celebraciones con familia o amistades. En esta obra, bellamente maquetada por Modesto Arocha, aparecen 140 imágenes de mujeres cubanas, entre ellas algunas patriotas de las guerras de independencia. Todas ellas tuvieron su historia: sus alegrías y sus penas; deseos y desdenes; amores y desamores; sus triunfos, decepciones y fracasos.  Todas vivieron en la época colonial y algunas posiblemente hasta fueron al exilio o sufrieron las consecuencias de las guerras.  

La presentación de la obra está a cargo de la Dra. Madeline Cámara Betancourt, catedrática de la Universidad de South Florida (Tampa), que con sus comentarios nos sitúa en el entorno de la poesía y la literatura del siglo XIX, ya que las imágenes van acompañadas de poemas y pensamientos de escritores de ese período. 

Estos retratos quedan ya salvados para la posteridad y garantizan la inmortalidad de estas mujeres y niñas.  Agradezcamos pues a los fotógrafos su gran labor ya que nos han dejado los rostros de estas bellas cubanas para siempre. 

El libro La Bella Cubana, rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX, Alexander Library Publishing House, Miami, 2022, esta a la venta en Amazon.       

Adquiera el libro:

La bella cubana: Rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX (Spanish Edition): Fernández Soneira, Teresa: 9798833086735: Amazon.com: Books


Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora e investigadora que reside en los Estados Unidos desde que se exilió en 1961.

Tiene a su haber varias obras importantes, entre ellas: Apuntes desde el Destierro (1989); Cuba: historia de la educación católica (1997); Con la estrella y la cruz (2003); Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, vols. 1 (Guerra del 68, 2014) y vol. 2 (Guerra del 95, 2018), y La Bella Cubana, rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX (2022).

Ha tomado parte en numerosos programas de radio y TV; impartido conferencias y participado en congresos del Cuban Research Institute de FIU y del Cuban Cultural Center of New York.  Desde 1985 sus trabajos han aparecido en periódicos, revistas y publicaciones electrónicas.

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