Lola Benítez y “Los latidos de la pasión”

J. A. ALBERTINI

A veces el viaje más largo es la distancia entre dos personas. De la novela El velo pintado. William Somerset Maugham

La profesora y escritora española Aurora Fernández Gómez, en el prólogo de esta obra manifiesta: “Después de leer Los latidos de la pasión nadie se va a sentir indiferente, es una invitación a la reflexión, a vivir el presente, superar miedos, sacar lo positivo de cada día de nuestra vida, en definitiva, SER FELICES”.

Acertadas palabras de la prologuista ya que desde las primeras páginas de: Los latidos de la pasión el lector topa con una cadena de sucesos que califico de alucinantes y vertiginosos, pero llenos, paradójicamente de un amor que lucha contra una fuerza fría e implacable que trata de sofocar la ternura carnal o cualquier otro tipo de sentimiento genuino, inherente al ser humano.

En esta segunda novela de Lola Benítez Molina, escrita en primera persona, el personaje central, Mara Werner, es una periodista de televisión; tiene un hijo adolescente y vive en la culta ciudad alemana de Dusseldorf donde labora exitosamente.

Sin embargo, en el yo interno de la bella mujer que a diario, impecablemente vestida y maquillada, llena las pantallas de los televidentes, late un amor hambriento de satisfacción total que a ratos se ha nutrido, rodeado de misterio y premura de entregas en ciudades como Miami, La Habana u otras del orbe.

Noel Santamaría hombre que ha vivido, a plenitud, los avatares de su tierra nativa y época, desea a Mara con el mismo sentimiento que ella le profesa. Pero circunstancias adversas al desenvolvimiento armónico de la existencia, como vientos huracanados, juega con ellos a semejanza de briznas en el espacio.

La coyuntura de la respiración que para sustentarse clama por el hálito amado balancea los sentimientos de ambos y conduce a la reflexión: “Todo lo que se hace tangible va irremediablemente hacia el final”, en algún momento de ansias insatisfechas Mara se dice, para al instante buscar asidero en los momentos idos de dichas fugaces: “El olvido no existe cuando se vive una historia así…”

Por otro lado Valeria, amiga de Mara, en su relación, cibernética, con un viejo actor de Hollywood, anciano y retirado, brinda ejemplo del ilusionismo que la velocidad desmedida cultiva en algunas personas.

Marlon, con ese sobrenombre se hace llamar el actor en retiro, colma a Valeria de mensajes edulcorados y le hace llegar, vía internet, fotos de sus mejores momentos, cuando era todo un galán cinematográfico. La esperanza innata del ser humano, frente a la implacable realidad que obliga, prácticamente, a ejecutar, antes de pensar, despierta en Valeria la nostalgia por un pasado, aparentemente, armónico que ella no vivió ni vivirá.

Mara por su parte, de cierta manera, con el peso de su amor por Noel, cada vez más distante y complicado, por ratos pierde el rumbo e inconscientemente justifica la ensoñación de Valeria. Sin embargo, su fortaleza mental y fe, en el instante de más soledad y acorralamiento, por circunstancias, para ella, desconocidas, resulta iluminada por un rayo de luz que le muestra un derrotero alternativo.

Y es allí, en ese sendero inesperado, cuando aparece la figura de Alfonso, para apoyarla con su amistad. Situación que desemboca, detalle que no revelaré, en un final, totalmente súbito que hace cautivadora, novedosa y atrayente la lectura de Los latidos de la pasión hasta la línea final.

Para quienes conocemos y hemos seguido la ruta creativa de Lola Benítez Molina, autora de la obra anterior La soledad del cuerpo, así como de sus muchos artículos de contenido, literario, filosófico y humano, publicados en la prensa española, con énfasis en la de su Málaga nativa, y en otros medios de habla hispana alrededor del mundo, lo primero que encontramos al leer esta reciente novela Los latidos de la pasión es la impronta inconfundible de la escritora que clama por un mundo, en el que la buena voluntad, el amor, en todas sus manifestaciones, y la esperanza en un porvenir promisorio, constituya meta primordial. Sin embargo, como Lola Benítez sabe que ningún propósito está exento de lucha, en alguna parte del texto que nos ocupa, cita al fallecido autor norteamericano William Faulkner: “Ante el dolor y la nada prefiero el dolor”.

Para adquirir el libro:

Los latidos de la pasión, Editorial Granada Club Selección, está disponible en librerías de España. También, se puede solicitar por internet.


J. A. Albertini (José Antonio). Santa Clara, Las Villas, Cuba (1944). Ex prisionero político cubano. Es autor de las novelas: Tierra de extraños (1983), A orillas del paraíso (1990), Cuando la sangre mancha (1995), El entierro del enterrador (2002), Allá, donde los ángeles vuelan (2010), Un día de viento (2014) y Siempre en el entonces (2017). También de los libros de entrevistas Miami Medical Team (1992) y Cuba y castrismo: Huelgas de hambre en el presidio político (2007).

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