De revistas, tertulias y antologías literarias

HÉCTOR MANUEL GUTIÉRREZ

I

En la tercera década de esta complicada centuria, podemos reflexionar y tal vez concluir que cada espacio y generación tiene sus éxitos y sus frustraciones. Cada época tiene su encanto y la que vivimos no es una excepción. Miami es punto de encuentros, de comienzos, luchas, intercambios, logros y fracasos, como cualquier otra ciudad. El área tiene su historia, llena de todas esas empresas humanas y no cabe olvidar que este gran país nos ofrece los fundamentos necesarios para asegurarnos a muchos una atmósfera de libertad y de oportunidades que nunca tuvimos… o que perdimos, que es aún más doloroso. Dentro de esa feliz circunstancia, no ignoremos las peripecias que afrontaron los fundadores de la comunidad hispana de la que hoy somos parte. Tratemos de resaltar su activa participación en la arena política, el devenir social, el toque ideológico, más sus contribuciones a la economía, y a la herencia cultural. Sin ignorar las raíces, y exaltando las pautas trazadas por las primeras generaciones, acostumbro dar la bienvenida a las genuinas intenciones que ponen énfasis en todo lo positivo que produce el acontecer local, particularmente en la cultura.

Es una generalización aceptada en los círculos intelectuales, que las revistas literarias son componentes esenciales en la estructuración, archivo y valoración de las literaturas nacionales.

En esta visión totalizadora, las hispanas ocupan un lugar significativo. De hecho, en algunos casos, son entidades verdaderamente imprescindibles en su desarrollo.

Así lo demuestra el perdurable impacto que ha tenido la Revista de Occidente, de José Ortega y Gasset en España y países enlazados con su historia, lengua y cultura. Casi siempre de la mano de Octavio Paz, un efecto similar lo causaron las revistas FormaTallerEl hijo pródigoPluralLetras libres y Mexicana de literatura en México. En la Argentina emergieron Martín Fierro de Evar Méndez, Sur, de Victoria Ocampo, Proa, de Jorge Luis Borges, y Punto de vista, fundada por Beatriz Sarlo. En Venezuela, SardioTabla redonda y Rayado sobre el techo, y en Cuba Orígenes, de Lezama Lima, junto con otras como La Habana eleganteLa Habana literariaCiclónAvance, por sólo nombrar algunas. Cabe aquí agregar, que en realidad el concepto “revista,” utilizado en tantos entornos y disciplinas, no tiene sus orígenes en nuestra lengua. El giro proviene de la palabra inglesa “review”, como nos confirma El Gran Larousse universal: “el prototipo de lo que hoy conocemos por revista hay que buscarlo en The Edinburg Review, fundada en 1802.”

Un segundo lugar de importancia en el devenir de las literaturas por nación, lo ocupan, más que las obras individuales en formato de libro, las antologías, particularmente las que se nutren con el imaginario de varios autores. La historia semántica del término “antología” es también interesante, precisamente por el número de avatares que ha sufrido por siglos su origen etimológico. Curiosamente, el vocablo viene del griego “anthos”, “flor”, y el verbo “legein”, “escoger”. En otras palabras, lo que fuera originalmente ramillete o bouquet, un conjunto de flores escogidas, ya en términos postmodernos y en otros planos metafóricos, adquiere una dimensión menos cotidiana, sin eliminar su carácter de selectividad. El más conocido de los antólogos hispanos, Marcelino Menéndez y Pelayo, utilizó y perfeccionó este vehículo icónico a través de sus numerosos volúmenes de recuperación y preservación de textos y traducciones, particularmente en su proyecto Historia de las ideas estéticas de España, que hoy en día continúa siendo un pilar insoslayable en la cultura asociada con nuestra lengua.

Entrando al ya caótico siglo XXI, tras implementarse la llamada “globalización”, tendencia de fundamentos económicos y repercusiones socio-culturales que coincide con el decaimiento de la industria del papel impreso, el auge y aporte cultural, tanto de la revista como la antología, empezó a ganar una ilimitada cobertura en el mundo de la comunicación y promoción cibernéticas. Creo que sería provechoso hacernos eco de su presencia en el diario vivir de estos tiempos. Usando este dato como fondo, y esperanzado de que el legado de las actuales publicaciones sea tan duradero como el de sus antecesores, pasemos al terreno de algunas de las revistas y antologías contemporáneas.

Aclaro que el propósito del presente aporte, no es enfrascarme en una caterva de análisis críticos a las ofertas literarias y cuasi literarias que aquí reúno. En realidad, como parte integral de mi propio “aprendizaje dialógico”, me mueve el deseo de amasar y distribuir información sobre la rica producción de este tipo de publicaciones en nuestro patio, sus “rincones aledaños” y aún en recovecos un poco más alejados. Pero, se preguntarán los lectores, ¿qué me motiva a publicar estas reflexiones? Y respondo: tanto en el mismo Miami como fuera de él, se fomentan mitos muy alabadores cuando se habla del componente socio-cultural que es ya parte de nuestra “pequeña historia”. Por supuesto, hay también opiniones no necesariamente favorables, que, arraigadas y añejadas en mentes y manifiestos, no me toca a mí desmentir. Son opiniones que nacen por razones varias que no meritan ser discutidas en este espacio. De modo que me inclino a compartir [e impartir] una especie de escaparate o smorgasbord que muestra la labor de un representativo número de individuos en sus andanzas por el universo de la escritura y otras artes, en una comunidad a veces dispersa, con frecuencia unida, siempre dinámica y, particularmente en las últimas décadas, heterogénea en sus ideas.

Moviéndome en el carril del tema que me ocupa, sugiero que el doble o triple fenómeno puede registrarse en las incidencias que han moldeado esa peculiar cohabitación de comunidades que definen al Sur de la Florida en la corta vida cultural del Miami hispano y sus vecindades. Corta, en el sentido de que, comparada con otros grupos, la presencia hispana en la zona era mínima antes de la llegada de los exiliados cubanos, como dramático resultado de la toma de gobierno en la isla a finales de 1959. Desde aquel entonces, es justo admitirlo, la fisonomía social del área ha cambiado.

Como en otras localidades donde la concentración de hispanos es considerable, nuestro patio ha producido un buen número de revistas que han sabido proyectar y sostener, en cuanto a contenido y arquetipo de lectores, el calificativo de literarias. Es decir, aludo aquí, primordialmente, a aquellas que, aunque en ocasiones se bifurcan hacia otras sendas, en su contenido lo que más abunda es la orientación temática hacia los géneros literarios. Mi enfoque no estaría completo, si dejase de mencionar a la Revista Término (1982-1984), que dirigiese Roberto Madrigal y Manuel Ballagas, la Revista Sinalefa (2002-2013), dirigida por Rafael Bordao, y la Revista Literaria Stet (1992-1994) con Rafael Román Martel a la cabeza. Cuento también Catálogo de letras (1996-1999) dirigida por Soren Triff, la Revista Nexos, (1998-2000), codirigida por Luis de la Paz y Carlos Sotuyo, El pequeño café (2001-2002) de Reinaldo Bragado Bretaña, la Revista Digital El Ateje (2001-2008] dirigida por Luis de la Paz, la Revista Digital de Poesía Decir del Agua (2002-2008), que impulsó el poeta Reinaldo García Ramos, y Sinalefa (2002-2013), dirigida por Rafael Bordao. La lista es larga, la temática variada, y la osadía de algunos autores, constante y sonante en sus páginas. De hecho, en más de una instancia, por lo menos una de ellas se ganó la censura oficial en la isla.

En otra variante del fenómeno, un síndrome dominante, es la aparición y desaparición de revistas en general. Muchas no pasan de su fase embrionaria, otras, las menos, alcanzan la etapa de madurez. En esta categoría encontramos la Lynden Lane Magazine, de Belkis Cuza Malé, viuda del poeta Heberto Padilla, la Revista Hispano Cubana, fundada en Madrid, y Encuentros de la cultura cubana, dirigida por Rafael Rojas desde México. En el sur de la península, algunos de estos periódicos pierden su naturaleza efímera o endeble. Unas cuatro o cinco de ellas han madurado, se han mantenido por años, resistiendo una relativa apatía por parte de ciertos sectores, por un lado, las fluctuaciones de la economía por otro, más la marcada “incompatibilidad de caracteres” en los numerosos matrimonios empresariales que tratan de hacer realidad los proyectos editorialistas.

Sin sugerir un orden jerárquico, merece mención, Baquiana, fundada y co-dirigida por Maricel Mayor Marsán y Patricio E. Palacios, siendo quizás la entidad veterana del grupo, con un historial ininterrumpido de ejemplares en formato papel, ya entrando a su vigésimotercera edición. Contemos también Conexos, de Rodolfo Martínez Sotomayor, con un archivo robusto y variado, Letra urbana, instituida por Mónica Prandi, Sub-urbano de Pedro Medina, Dominicana en Miami, que lidera Glenda Galán y que también ofrece ediciones en papel, y EKA, que apareciera inicialmente con el nombre Ekatombe, del activista Ángel Velázquez. Incluyo por igual a la revista anual Puente de letras, auspiciada por el también activista Armando Añel, desde Puente a la Vista, plataforma multifacética que, además de los autores del patio y otras localidades del globo, incluye escritores independientes radicados en Cuba. El poeta y periodista Joaquín Gálvez no hace mucho inició en Miami el proyecto cuatrimestral Insularis Magazine, espacio digital también con sólidas secciones de poesía, narrativa, crítica literaria, arte, entrevistas, ensayos, más otros temas y géneros de interés socio cultural.

En este grupo de empresas se destaca Nagari, creada por Lidia Elena Caraballo y Alejandra Ferrazza, exitosas emprendedoras a las que se unió poco después Omar Villasana, de Katakana Editores. En palabras de Alejandra, directora general de la

revista: “Omar se ha convertido en la cara de Nagari, ya que nos representa extraordinariamente por su talento y dedicación como escritor y editor”. Esta institución, además de disfrutar de una dinámica acogida en las páginas digitales, se edita en papel, con una litografía y colores exquisitos, más una recia selección que abarca varios géneros.

II

La primera mitad de mi enfoque historiográfico giró en torno a la relevancia de las revistas literarias en la formación del acervo cultural hispano. En ella elaboré un segmento con información sobre algunas de las impresiones antológicas que, dentro de nuestra efímera contemporaneidad, se han publicado en y fuera del Sur de la Florida, no sin antes hacer referencia a don Marcelino Menéndez y Pelayo, considerado “antólogo de antólogos” en el mundo intelectual hispano. 

Manteniendo la índole informativa de la anterior, propongo darle un vistazo a otras colecciones. Concedo que se han quedado en “las afueras” de mi opción más de uno de esos proyectos. En cuanto a los casos específicos que, sin intenciones de eclipsar a nadie, evito catalogar, diría que esto sucede porque desconozco los detalles necesarios que me permitirían formar un cuerpo descriptivo o evaluativo. Otros han sido deliberadamente ignorados por este reseñador, ya por los móviles de toque individualista o ideológico que persiguen esos cuadernos en particular… ya por una obvia carencia de calidad literaria en ellos, particularidad que, desde mi perspectiva, se manifiesta como su más rozagante elemento definidor.

Pero veamos los que he decidido visitar.  En otras plataformas, he expresado, abordando un tono casi serio, que una buena parte de lo poco que he aprendido, proviene de los muertos. Coincidentemente, les comparto la modesta disponibilidad de una rica antología, en la cual se rinde homenaje a un grupo significativo de ellos. Por supuesto, me refiero al cuaderno en tapa dura que publicara Felipe Lázaro a principios de este siglo, con el título Al Pie de La Memoria: Antología de Poetas cubanos muertos en el exilio, 1959-2002. Lázaro no necesita presentación: por Betania, su casa editorial, ha caminado una buena representación de figuras literarias de valor indiscutible. Para entender la intencionalidad del volumen, baste un extracto de las palabras de este escritor y antólogo, merecedor de mis respetos por sus numerosos éxitos empresariales a favor de la literatura. La antología, nos explica el mismo compilador, conforma un amplio arco iris de la extraordinaria poesía cubana del pasado siglo. En el libro están representados los movimientos estéticos que inspiraron a los integrantes de la Generación del 23, de la Poesía Pura, del Grupo Orígenes, del Neo romanticismo, de la Generación del Mariel, de la Generación de los 80 y de los poetas jóvenes del exilio.” Entre ellos, destaco a Ana Rosa Núñez, Eugenio Florit, Emilia Bernal, Severo Sarduy, Reinaldo Arenas, Gastón Baquero, Roberto Valero y Heberto Padilla. Al citar este cuaderno, el chileno Alberto Baeza Flores, escritor en gran medida familiarizado con las peripecias del exilio cubano, le da aún más resonancia a la memoria de los autores que se han ido, cuando dice: “Esta antología prueba que la muerte no es la Nada, pues quedan las obras concebidas y el esfuerzo de los que se dedican a conservar y a transmitir a las nuevas generaciones el resultado de las ideas de los hombres que nos dejaron.”

En este terreno antológico recordemos la colección Poesía olvidada y pateada, que estuvo a cargo del poeta José Abreu Felippe. La selección incluye a Jorge Oliva, René Ariza, Reinaldo Arenas, Roberto Valero, Esteban Luis Cárdenas y Leandro Eduardo “Eddy” Campa.

Un cuaderno breve, pero interesante por la selección de trabajos de un significativo número de poetas nuevos y no tan nuevos, lo es Reunión de ausentes: antología de poetas cubanos, publicado por Editorial Término en el año 1998. Recopilados por Benigno Dou, Fernando Villaverde, y prólogo de Germán Guerra, en términos generales, el libro trae muestras de acercamientos poéticos en una mezcla de imaginarios multigeneracionales unidos todos por un profundo dejo de nostalgia con respecto a una Cuba unas veces evocada, otras imaginada. Entre los poetas contemos al propio Germán Guerra, Emilio de Armas, Rita Martín, Esteban Luis Cárdenas, Andrés Reynaldo, Nestor Díaz de Villegas, Margarita Trancho, Rogelio Fabio Hurtado, Joaquín Gálvez, Fernando Villaverde, Benigno Dou y Adalberto Guerra.

Con los auspicios del Fondo de Cultura Económica, el poeta y catedrático Jesús J. Barquet de la mano de su colega Norberto Codina, publicó en el 2002 una rica selección de trabajos que abarca el panorama poético de Cuba desde el romanticismo rezagado y cosmogónico de Bonifacio Byrne hasta los avatares bi-nacionales de José Kozer en las últimas décadas. Con el título Poesía cubana del siglo XX, la antología se ha convertido en libro de consulta en instituciones académicas y bibliotecas especializadas

De la misma época, conservo una colección de Odette Alonso que mereció una breve pero significativa mención del escritor Féliz Luis Viera, quien ahora reside y crea en Miami. En aquel entonces, al evaluar el trabajo de Alonso, Viera afirmaba: “De los 155 poetas incluidos, 47 son mujeres. Este dato no lo aporto para promocionar a las cubanas poetas, sino para promocionar a las cubanas. Según las estadísticas, hoy en día hay aproximadamente dos y medio millones de cubanos exilados en 57 países, pero ninguna estadística dice cuántos de estos exilados son mujeres; un dato que aportaría un nuevo viso sobre la tragedia de los isleños.

De cualquier manera, si casi un tercio de los poetas incluidos en Antología de poesía cubana del exilio son mujeres, eso debe reconfortarnos por razones que no es necesario exponer.”  De mi parte diría que la cita nos trae una curiosa observación de circunstancias en un pasado no muy lejano, que obviamente ha sufrido cambios, pues a estas alturas, las estadísticas reflejan números un poco diferentes, de acuerdo con datos frescos y fidedignos. Las razones, que no pretendo discutir en la presente tarea, como sabemos, son complejas, además de difíciles de digerir y aceptar en ciertos sectores, como sugiere con frecuencia algún que otro observador.

Una de éstos, es la doctora Milena Rodríguez Gutiérrez, titular en Filología Hispánica de la Universidad de Granada, quien publicó en el 2011 la más completa de sus compilaciones, titulada Otra Cuba secreta: Antología de poetas cubanas del XIX y del XX.  Es un volumen de más de quinientas páginas que cubre un enlace más o menos cronológico de mujeres poetas, desde la Avellaneda hasta Reina María Rodríguez. En un esfuerzo totalizador, la compiladora incluye un apéndice que nos trae voces del nuevo siglo, como María Elena Cruz Varela, Zoe Valdés, Teresa Melo, Odette Alonso, Damaris Calderón, María Hernández Caballero, Alexandra Molina, y Wendy Guerra. Añado que en el 2017, esta afinada investigadora publicó otro cuaderno de similar envergadura, con un considerable número de composiciones poéticas, también creadas por mujeres. La catedrática la ha titulado Casa en que nunca he sido extraña: Las poetas hispanoamericanas: identidades, feminismos, poéticas (Siglos XIX–XXI), en Editorial Verbum. Por razones de espacio, me he propuesto analizarlo en una futura reseña.

Precisamente en el año 2013 vio la luz una propuesta antológica, La catedral sumergida: poesía cubana contemporánea escrita por mujeres. Es también una voluminosa colección que, de acuerdo con los argumentos de divulgación que acompañan al libro, aspira a ignorar las diferencias ideológicas y límites cronotópicos que separarían a un número considerable de poetas, dentro y fuera de Cuba. Aunque me luce que la meta de las directoras del cuaderno, Ileana Álvarez y Maylén Domíguez, está un poco lejos de alcanzarse, la propuesta no deja de ser un fenómeno muy interesante, particularmente, si consideramos el alto número de mujeres poetas que participan en el proyecto

Una mezcla tan atrayente como variada, nos ofrece Ena Columbié en su edición de la antología que acarrea el título 13 poetas, salida de la prensa en el 2018. Ena, una poeta consumada radicada en Miami, alude sólida y enérgicamente al criterio que la motivó a unir en este grueso cuaderno, a un disperso número de poetas cubanos, cuando nos dice: “Sé que muchos agradecerán estas páginas como también sé que otros no compartirán mi alegría por el volumen, pero eso poco importa, ya que la muestra no es un espacio para la lisonja ni para la provocación, tampoco es una competencia de egos, sino todo lo contrario, es un regalo de voces infinitas, imposibles de enmudecer”.

Merece mención la antología Poetas cubanos en Canarias, con prólogo de Luis León Barreto, entre otras cosas, por la presencia canaria en la también isla de Cuba, que es tan evidente como el mismo sol que las alumbra. Digo esto porque una gran porción de la población en la isla proviene de aquel archipiélago lejano y a la vez cercano, en alma y DNA. La selección la hace el escritor cubano-palmero Juan Calero Rodríguez, quien al referirse al libro, manifiesta: “no hay una totalidad de autores con lo más granado, quedaron varios en el camino, que por distintas razones, no fueron incluidos; es tan solo una selección la que mostramos, más bien un retrato de familia, cuyos miembros andan dispersos por estas islas; corriendo cada uno a su suerte, unidos por su amor a la palabra y su escritura”.

Otra compilación, más reciente y un tanto menor en la suma de voces poéticas, es Viajeros: Diez poetas hiperbóreos, estructurada por la escritora y artista gráfica María Eugenia Caseiro. El programa, que incluye a poetas de la talla y calibre de Lilliam Moro, Jesús J. Barquet y la propia Caseiro, propone perseguir el mismo fin que presentan Álvarez y Domínguez, y hay quienes sugieren que es un caso sui generis en el devenir de la escritura dentro y fuera de Cuba, juicio que deduzco de los anticipos de difusión que nos ofrece Alberto Abreu Arcia, cuando enfatiza: “Mi aseveración parte del darwinismo lingüístico que históricamente han padecido las antologías cubanas. Tales cartografías no sólo han estado encaminadas a certificar la existencia de una generación, un grupo literario, la evolución de determinadas temáticas, etc.; también han contribuido a la homogenización de la norma estética, y a la construcción de un canon a partir de la validación de un corpus de obras y autores como paradigmáticos de esta o aquella generación; al tiempo que se excluyeron otras voces y obras muchas veces por razones “políticas” o “ideológicas”, más que literarias…”

Anoto en la lista, por igual, una llamativa entrega que acaba de salir del horno. Me refiero a la antología Lecturas atentas. Una visita desde la ficción y la crítica a veinte narradoras cubanas contemporáneas, esfuerzo en conjunto de Elzbieta Sklodowska y Mabel Cuesta, publicada por Almenara. En palabras de Mabel: “Se trata de veinte historias de narradoras contemporáneas a quienes solo une el estar vivas y el identificarse como cubanas aunque hayan nacido en Miami o se hayan educado en el oeste norteamericano. Da igual si viven en Buenos Aires u Holguín. Si al presentarse lo hacen relacionándose con esa isla y asimismo la solidez de sus obras las respalda, es muy posible que estén aquí. A esas veinte autoras las acompañan, discutiendo su texto de manera muy atenta, diecinueve críticas y un crítico que sí pueden tener como origen cualquier lugar del mundo. La condición para pedirles un texto de pensamiento fue que hubieran estudiado a Cuba y/o alguna de estas autoras de manera consistente. Queríamos facilitar un espacio para la conversación con todos; pero también entre ellos.” El adjetivo “controversial”, con su flirteo de conceptos como la utopía o la distopía, según el punto de vista, puede que se le adhiera en algún momento a este proyecto en particular, especialmente después de su vitoreada presentación en La Habana. Sin embargo, no quita que algunos de los cuadernos que aquí presento sean por igual merecedores de tan subjetivo calificativo. El tiempo lo dirá.

El cuaderno que lleva como título Aquí [Ellas] en Miami, bajo la sombrilla de Katakana Editores, ofrece una colección de textos creados por mujeres con diferentes acercamientos al mundo de la poesía y otros géneros. Lo novedoso de este proyecto, es que esboza una interesante variedad de estilos, edades, nacionalidades y perspectivas, empacados en una seria y sencilla propuesta estética. Participan en esta rica entrega, entusiastas de la palabra y la imagen, tales como: Lourdes Vázquez, Rosie Inguanzo, Mia Leonin, Kelly Martínez, Odalys Interián, Martha Daza, Susana Biondini, Yosie Crespo, Lizette Espinosa, Glenda Galán, Teresa Cifuentes, Ana Kika, Judith Ghashghaie, Maricel Mayor Marsán, Alejandra Ferrazza, Ximena Gómez, Ena Columbié, Legna Rodríguez, María Juliana Villafañe, Gloria MiladelaRoca, Pilar Vélez, Beatriz Mendoza, Lidia Elena Caraballo y Rubí Arana.

Una de las más recientes producciones, La Habana convida, compilada y estructurada por Eduardo René Casanova Ealo, reúne un buen número de poetas y escritores locales y de acullá. Se desplazan aquí inspiraciones, unas veces preñadas de alusiones directas y amorosas desde Cuba y otras, nostálgicas y añorantes, más allá de sus arenas playeras, aunadas todas con el merecido propósito de conmemorar los 500 años de la fundación de La Habana.

A manera de transición, y muy al tanto de la reciente celebración del quinto centenario de La Habana, incluyo aquí un fragmento alusivo a la ocasión, escrito por don Insulano Fénix de Favila: 

CELEBRO SU CUMPLEAÑOS NÚMERO 500, CON UN SABOR AGRIDULCE.  PARA CADA INDIVIDUO, PARA CADA MENTE PENSANTE, PARA CADA ENTE ALLÍ PRESENTE O AL OTRO LADO DEL SALINO HORIZONTE, LA MENCIÓN DE LA CIUDAD PLASMA UNA CONCEPTUALIZACIÓN ÍNTIMA MUY SUYA.  LA HABANA ES UN HITO, UN ÍCONO…  O SIMPLEMENTE UNA METRÓPOLIS COMO TANTAS OTRAS.  PARA MÍ ES UN BOLERO QUE LLORA LO QUE YA NO ES, UNA SONRISA QUE ESPERA, UNA LÁGRIMA OCULTA EN LA SOLEDAD DEL DESTIERRO… TAL VEZ UN LARGO POEMA DE QUINIENTAS PÁGINAS.

Ángel Velázquez Callejas es fundador de la revista Eka, que auspicia la Fundación Ego de Kaska. Se ha unido al entusiasmo antológico de fines de año que recientemente abrazó a la comunidad literaria de la Ciudad Del Sol. En asociación con Roger Castillejo Olán y Lázaro García Medina, tuvo la ingeniosa idea de hacer una selección de 29 de los poetas del área y otras localidades del globo que habían contribuido con sus entregas poemáticas en pasadas ediciones de ambos periódicos. La colección, que lleva como título, Exodus: versos desde afuera, contiene trabajos de Osmán Avilés, Lucía Ballester Ortiz, Rosa María Batista, Julio Benítez, Jesús A. Díaz Hernández [Tinito], Frank Dimas Fuentes, Nuvia Inés Estévez Machado, Denis Fortún Bouzo, Joaquín Gálvez, Margarita García Alonso, Isbel González González, Liyanis González Padrón, Yankilé Hidalgo, Jesús J. Barquet, José Antonio Lago, David Lago González, María Llarás, Kelly Martínez-Grandal, Ramón Muñiz, Yosvani Oliva Iglesias, Ricardo Pau-Llosa, Rafael Piñeiro López, Roberto Quirós, Antonio Ramos Zúñiga, Juan Carlos Recio, Arsenio Rodríguez Quintana, Manuel Sosa, Ismael Valdivia, y Manuel Vázquez Portal.

Es justo mencionar otro grupo de antologías que celebran a poetas cubanos recientemente fallecidos. Contemos entre ellas: Poesía completa: un único poema en cientos de poesías, de Armando Álvarez Bravo, publicada con un excelente prólogo de Pío Serrano en Ediciones Universal. Fundada por Juan Manuel Salvat, esta empresa es quizás la más antigua de las casas editoras cubanas en Miami. Señas de mí: homenaje a Ángel Cuadra Landrove, es una valiosa selección editada y prologada por el poeta Orlando Rodríguez Sardiñas, con los auspicios de Ediciones del PEN, Escritores Cubanos en el Exilio. Finalmente, la debutante Editorial Dos Islas, de la poeta Odalys Interián, publicó el dossier Homenaje a Lilliam Moro, editado y prologado por el que suscribe y que nos ofrece contribuciones de una veintena de escritores residentes en y fuera de Miami.

Cambiando un poco de dirección, sin salirme del ámbito literario, desde luego, me toca mencionar a un entusiasta emprendedor en este tipo de publicaciones. Me refiero al conocido escritor y periodista Luis de la Paz, a quien vemos a la derecha en la foto, en una de las tantas actividades programadas por la librería local Books & Books. Le acompañan, desde la izquierda, Rodrigo de la Luz, José Abreu Felippe, y Ángel Cuadra. Entre otras entidades, es co-fundador con los intelectuales Reinaldo Arenas, Juan Abreu, René Cifuentes, Roberto Valero, Carlos Victoria y Reinaldo García Ramos, de la desaparecida revista Mariel, órgano que retrató en más de una dimensión, una de las facetas más complejas de la historia de la península en la década de los ochenta. Luis de la Paz es organizador del proyecto Viernes de tertulia.

Me place felicitarlo por esta importante labor de archivo y difusión y por su aporte a la sesión especial que organizó Gálvez meses atrás, para celebrar diez años de tertulias en el Café Demetrio. En esta ocasión, e invitado por el anfitrión, de la Paz hizo un inteligente recuento de las tertulias literarias históricamente creadas en Cuba, desde los primeros años como república, recalcando la continuidad de la costumbre en el Gran Miami.Además de poseer una cosecha respetable en la poesía, narrativa, y creación de revistas, de la Paz es también responsable de la puesta en circulación de dos antologías: Soltando sorbos de vida (2013) y una publicada el pasado noviembre de este año, La floresta interminable. Por la primera de ambas publicaciones, desfilan más de 100 personalidades que representan una vibrante porción de la vivencia y desarrollo de la presencia cubana en Miami y fuera de él. Como muy bien manifiestan los reseñadores, las entrevistas se despliegan como “mosaicos de un espléndido mural que conforman, en su conjunto, el alma de una ciudad (Miami, centro del exilio cubano) y de sus gentes. Y también su historia.”

La segunda entrega tantea las creaciones estéticas de un importante grupo de poetas y escritores del patio. Este importante proyecto es auspiciado, como muchos otros que han resultado tan substanciosos como importantes, bajo la sombrilla de Artes Miami, organización creada por la doctora Aida Levitán, figura pilar del devenir cultural de nuestro condado. Aunque de contenido diferente, ambas colecciones acumulan un vasto tesoro de personalidades y producciones literarias. He aquí una cita firmada por Ena Columbié, que tomo de una fresca reseña de este nuevo cuaderno: “El libro lo conforman 34 autores nacidos entre los años 30 y 70 del siglo XX. Podemos ver algunos nombres ya establecidos en el contexto literario hispanoamericano de Estados Unidos, otros no, pero a estos últimos, la selección les afortuna permitiéndoles hacerse visibles. Es obvia la necesidad de variedad en un libro de este tipo, ya que no existe un nivel único dentro del arte y/o la literatura, y si se diera el caso, les aseguro que sería abrumadoramente aburrido.”

¿Y qué no diría yo del papel preponderante de las tertulias en el sur de la Florida? Para suerte nuestra, éstas son ya una costumbre que ofrece cultura, conexiones interpersonales y entretenimiento a los amantes de la buena lectura. Este trajín socio-cultural, no es tan nuevo como algunos creen: además de tener antecedentes en la isla, como señalaba antes, ha seguido una interesante secuela en nuestro medio. Contemos las charlas, talleres y presentaciones de libros de la Librería Sibi (1979-1987), a cargo de Nancy Pérez Crespo, Librería Agartha (1995-2000), con Carlos Diaz Barrios, Cámara oscura (2005-2006), dirigida por Germán Guerra, Zu Gallery (2007-2012), dirigida por Manuel López, Tertulia Apogeo (2009-2016), con Baltasar Santiago Martín, Zona franca (2013-2014), dirigida por Alejandro Fonseca,  La Tertulia Mensual de Waldo Gonzalez López (2017-2019), y Las Noches de Chicho (2016 al presente), dirigida por Feliz Rizo en Art Emporium, local cedido por la profesora Vivian Pérez, hija del célebre comediante Leopoldo Fernández (Tres Patines). Me obligo a mencionar también los sucesivos «benjamines» de este tipo de actividades: la velada Tinta verde de la Editorial Primigenios que lidera Eduardo René Casanova Ealo, la plática mensual de Ediciones Furtivas de Karime Bourzak, y el conversatorio de Ángel Velázquez Callejas, de Ediciones Éxodus. Concluyo con la personal impresión de que en los últimos 36 meses en que la pandemia y los conflictos políticos impactan el comportamiento global, tanto este fenómeno, como el de las «casas» editoriales, se han proliferado rápidamente. Como lector, aplaudo los pasos dirigidos al aumento de la afición a la lectura, me uno a los esfuerzos por lograr una mejor educación y expansión de nuestros conocimientos, y aliento la familiaridad con formatos protocolares en los encuentros. El auge de estas empresas es una clara confirmación del progreso cultural de la comunidad. Sin embargo, noto que algunas de las actividades e interacciones de grupos se inclinan peligrosamente hacia lo que en la actualidad denominan «performance», variante u orientación que de alguna manera empaña el carácter intelectual que hasta ahora las distingue. Es una circunstancia que no deja de preocuparme, aun reconociendo que mi observación nace de una marejada de subjetividad que sólo a mí concierne y que bajo ningún concepto pretendo imponer criterios infalibles y mucho menos imprescindibles.

El párrafo anterior da pie para felicitar al poeta y escritor Joaquín Gálvez, por su liderazgo como creador y cofundador de la ahora durmiente revista Signum Nous, órgano de difusión literaria que en su corta vida dejó una marca ejemplar y es añorada por intelectuales y lectores en general. Joaquín, que aparece en la foto con el autor, es también anfitrión de La otra esquina de las palabras, tertulia literaria que unos meses atrás cumplió diez años de ser fundada por este incansable protector de empresas ligadas a la literatura en general. Las sesiones se producían una vez al mes en el popular Café Demetrio de Coral Gables, uno de los barrios que más recuerdan nuestros nexos socio-culturales con la España de otras épocas. Sin duda, La otra esquina de las palabras, que ahora se aloja en el Museo Cubano de la Diáspora, es punto clave de reunión para amantes del arte y entusiastas de las letras. Coincidentemente, no hace mucho se publicó un artículo del escritor José Hugo Fernández. El texto es, en esencia, una espontánea reacción a la calurosa acogida que éste tuvo durante su participación como invitado a una de las sesiones tertulianas en su antiguo local. Celebrando con Joaquín una década rica en ponencias, intercambios y diálogos de buen calibre, me aventuro a traerles un renglón de lo escrito por su invitado, quien despliega una genuina intencionalidad en el contenido. Al referirse a la tertulia, don Pepe afirma: “Si no existieran, como existen, otros enclaves semejantes o parecidos, creo que con éste bastaría para derrumbar el falso tópico que viene negándole a Miami, desde hace tiempo, una meritoria ubicación entre los buenos valedores de la cultura hispana en América”.

Y con ese elocuente enunciado de don Pepe, doy fin a mis observaciones del panorama de revistas, antologías y tertulias. Teniendo en cuenta más de una de las ofertas que he mencionado aquí o con anterioridad, me permito hacer una pequeña transición, para detenerme en un detalle importante. Aludo a un dato significativo que no podía faltar en este trabajo y que constituye un logro digno de celebrar. Me place constatar la existencia de un fenómeno nunca visto antes: a principios de la tercera década de este siglo, contamos, no sólo con un impresionante número de mujeres poetas de trascendencia indiscutible, que se multiplica día a día. Contamos también con la feliz circunstancia de que la progresiva cantidad de mujeres antólogas que pueblan los mundos cibernéticos y de la imprenta, es ya una impactante realidad.

Camino al cierre, reitero que, más que profundizar con conatos de crítica literaria en las ofertas a que apuntan mis reflexiones, me he limitado a compartir información sobre la abundancia y calidad de esas actividades de expresión y difusión, particularmente las que echan raíces en el área metropolitana del sur peninsular. Sin duda, ellas son parte de la idiosincrasia que nos conforma y define como miembro peculiar de un conglomerado mayor de comunidades. Este conjunto de publicaciones digitales, algunas de ellas con habituales ediciones en papel, más el cúmulo de periódicas sesiones conversacionales, como talleres, peñas o tertulias, convenciones, ferias y presentaciones de libros, donde abundan y se sondean discusiones, exposiciones e intercambios de pareceres, constituye un verdadero microcosmos del merecido espacio que ocupan la literatura y el arte hispanos en el resto de los Estados Unidos y el mundo. Sirva mi misión historiográfica para exponer, esclarecer y confirmar, algunos datos que promueven el diálogo con respeto y protocolo civilizado entre los miembros de nuestra comunidad. Las revisiones y evaluaciones del autor, no pasan de ser criterios ecuménicos que buscan eliminar estigmas y mitos que, por razones derivadas de los acontecimientos históricos que moldean las diásporas, sean cuales fueren los motivos migratorios, se han creado dentro y fuera de Miami. 


Héctor Manuel Gutiérrez ha realizado trabajos de investigación periodística y contribuido con poemas, ensayos, cuentos y prosa poética para Latin Beat Magazine, Latino Stuff Review, Nagari, Poetas y Escritores Miami, Signum Nous, Suburbano, Eka Magazine y Nomenclatura, de la Universidad de Kentucky. Ha sido reportero independiente para los servicios de “Enfoque Nacional”, “Panorama Hispano,” “Latin American News Service” y “Latino USA” en la cadena difusora Radio Pública Nacional [NPR]. Cursó estudios de lenguas romances y música en City University of New York [CUNY]. Obtuvo su maestría en español y doctorado en filosofía y letras de la Universidad Internacional de la Florida [FIU]. Es miembro de National Collegiate Hispanic Honor Society [Sigma Delta Pi], Modern Language Association [MLA], y Florida Foreign Language Association [FFLA]. Creador de un sub-género literario que llama cuarentenas, es autor de los libros CUARENTENAS, Authorhouse, marzo de 2011, CUARENTENAS: SEGUNDA EDICIÓN, agosto de 2015, CUANDO EL VIENTO ES AMIGO, iUniverse, abril del 2019, DOSSIER HOMENAJE A LILLIAM MORO, Editorial Dos Islas, 2020 y DE AUTORÍA: ENSAYOS AL REVERSO, Editorial Dos Islas, 2022. Les da los toques finales a dos próximos libros, ENCUENTROS A LA CARTA: ENTREVISTAS EN CIERNESLA UTOPÍA INTERIOR, estudio analítico de la ensayística de Ernesto Sábato.

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