Ricardo Porro: jugando a la arquitectura

ILEANA PÉREZ DRAGO

Supe de la existencia de Ricardo Porro siendo estudiante de arquitectura gracias a un trabajo de investigación sobre Arquitectura Racionalista en La Habana, que dirigía el desaparecido -realmente desaparecido- profesor Elmer López en los años 1983-84, y en el que participamos cinco estudiantes.  Se trataba de medir y dibujar viviendas y edificios de arquitectos con obra relevante en ese estilo en las décadas de 1940 y 1950.

Así conocí de cerca la obra de Martínez-Inclán, precursor del Movimiento Moderno en Cuba, de Mario Romañach, Frank Martínez, Manuel Gutiérrez, Nicolás Quintana y Max Borges, entre otros, incluyendo las casas de Porro en Nuevo Vedado.

Todos ellos, y muchos otros, eran innombrables en las clases de Historia de Arquitectura y estaban prohibidos en los libros de texto de la carrera, por lo que fue una gran suerte, y un gran placer, acercarnos a su obra de un modo tan práctico y vivencial.

Arquitecto Ricardo Porro Hidalgo

En la década de 1950 la Habana racionalista irrumpía con formas sencillas, volumétricas, siguiendo la tendencia internacional tanto en exteriores como interiores, y en esa experimentación Ricardo Porro forjó su propio camino como creador de espacios y desarrolló una arquitectura orgánica con sello personal y con unos toques más atrevidos de libertad formal empleando formas voluptuosas y curvas donde supo demostrar maestría en el dominio del espacio, los materiales y el detalle. Se distinguió además por imbricar lo arquitectónico y lo urbano, incorporando a la experiencia del edificio singular o del conjunto las transiciones propias de la escala de ciudad.

Su obra es a la arquitectura cubana como la de Lezama a la literatura.

Siendo estudiante de arquitectura y después de haber abandonado la carrera de Medicina, Porro participa en la “Quema de los Vignola” -libro clásico sobre los órdenes de arquitectura- en el patio de la biblioteca de la Escuela de Arquitectura en 1947. Fue un acto simbólico que realizaron varios estudiantes, entre ellos Frank Martínez, Nicolás Quintana y Antonio Quintana Simonetti, reivindicando una enseñanza más moderna. Los estudiantes se oponían a seguir dedicando tiempo a dibujar los órdenes clásicos y al año siguiente lograron traer a La Habana a Walter Gropius, padre de la Escuela BAUHAUS.

En 1999 William Navarrete junto a Enrique José Varona hizo una entrevista a Porro en su casa en París. Veinte preguntas que el maestro luego escribió de su puño y letra. Sobre las influencias que tuvo al principio de sus estudios comenta:

-        Gropius fue una, los estudiantes lo hicimos venir a La Habana y cuando vi que sus críticas trataban de crear arquitectos de la mediocridad me rebelé contra él y contra todo lo que olía a Bauhaus.

Ricardo Porro se gradúa en la Universidad de la Habana en 1949, estudia en el Instituto de Urbanismo de la Sorbona, viaja por Europa y bebe de su espíritu. En 1957 se exilia en Venezuela y allí ejerce como profesor en la Universidad de Caracas donde conocería a Raúl Villanueva y a los arquitectos italianos Roberto Gottardi y Vittorio Garatti, a quienes en 1961 invitaría a formar equipo en la Escuela de Artes de Cubanacán, en La Habana.

Escuela Nacional de Artes. Cubanacán. La Habana. Cuba

La obra más internacional de la arquitectura cubana, que ha sido tema de numerosas publicaciones, fue criticada, rechazada y luego abandonada por la nomenclatura estatal. Este proceso llevó a Porro al exilio en 1966. Un profesor ya fallecido me comentó cuando era estudiante que el Dictador Fidel Castro, “no sabiendo ya qué hacer con él”, se lo “regaló” a un ministro francés que visitó La Habana. Lo comprobable es que llegó a París, donde pudo desarrollar una vida profesional plena como profesor universitario y como arquitecto en asociación con su colega francés Renaud de la Noue.

Escuela Nacional de Artes. Cubanacán. La Habana. Cuba

Escuela Nacional de Artes. Cubanacán. La Habana. Cuba

En el artículo La Fábrica de Significados (Revista Encuentro 32, Primavera de 2004) el arquitecto Juan Luis Morales hace un homenaje a Ricardo Porro y revela aspectos cotidianos del proceso creativo del Maestro en su Taller de Arquitectura en París:

“Cuando recibíamos la noticia de estar aceptados en un concurso, Ricardo explotaba de alegría infantil que convertía inmediatamente en estado de euforia creativa. Lo primero para él era una etapa de realización de numerosos croquis y garabatos con lápiz sobre papel A4, que realizaba solo en su mesa. Siempre me pareció que buscaba formas que tenía en su archivo mental, almacenadas durante años de reflexión. Estos aparentes garabatos serían la base del futuro proyecto, y todavía me asombro de la fuerte semejanza de muchas de sus obras terminadas con estos croquis iniciales. Cuando tenía claras las formas del contenido o significaciones a seguir, comenzaba con Renaud y nosotros el acercamiento progresivo a las claves de la cultura y la identidad del sitio donde íbamos a proyectar. Él nos obligaba a analizar el drama colectivo o los problemas eternos del hombre que sentíamos en aquel lugar. Todos teníamos que sumergirnos en el concepto, nunca nos trató como simples realizadores, aunque para todos era evidente que el proyecto conceptualmente era Él.”

“…Muchas veces teníamos la impresión de ser, más que dibujantes o arquitectos asistentes, los «traductores» de ese lenguaje culto y poético de Ricardo, para que fuera transfigurado en realidad.

Porro fue un incomprendido en Cuba, donde no pudo dar clases de arquitectura ni antes ni después del 59, en la citada entrevista de William Navarrete, nos relata:

-        “Imagínese que yo pude enseñar cuando me exilé, antes de la Revolución, en la Escuela de Arquitectura de Caracas. En Cuba, los mediocres profesores no me dejaron jamás enseñar. Después de la Revolución traté de hacerlo y entré como profesor y la lucha contra mí fue tal que tuve que renunciar y no enseñar más.

Realmente pude formar jóvenes arquitectos en Francia, no en el país donde nací.”

Conocí a Porro en un Curso de Verano de Arquitectura Cubana organizado por el arquitecto Josep Fortiá en la Universidad de Girona, en 1996. Varios arquitectos cubanos radicados en España estábamos allí para impartir las charlas, entre ellos Jorge Tamargo, por quien recibí la invitación para introducir la Arquitectura Colonial Habanera, y así tuve la oportunidad de ver en persona, escuchar y hablar con el Maestro Ricardo Porro.

Era un hombre inmenso a la vista y esa inmensidad física era comparable a su intelecto y su mundo interior proyectado en espacios reales, vivibles, habitables. Algo de niño y de juego había en sus explicaciones sobre la arquitectura. Su dominio de la palabra era igualable al del espacio. Estábamos frente a un Maestro, frente a un inspirado hombre que inspira. Un hombre que ha legado poesía en su obra, que ha petrificado sus sueños.

Explicó varias de sus numerosas obras en Francia y, desbordando simpatía, nos confesó que en el Cuartel del Cuerpo Republicano de Seguridad había utilizado como inspiración las “pistolitas” y los “rifles” para diseñar algunos detalles de las fachadas. Idea que, por supuesto, no explicó a sus clientes a la hora de presentar su proyecto.

Cuartel del Cuerpo Republicano de Seguridad. Vélizy-Villacoublay (Yvelines) France. 2008

Sobre el proyecto de viviendas sociales en Stains explicó que se sentía orgulloso de que los vecinos usaban para actividades colectivas el espacio común que había diseñado a modo de plaza. Afirmó su convicción de que la arquitectura y el urbanismo pueden contribuir a mejorar la calidad de vida de la comunidad y se veía complacido de poder contribuir a ello con su obra.

30 viviendas sociales. Stains. France, 1991.

Al día siguiente lo vi caminando por Barcelona, yo iba saliendo de la Basílica de Santa María del Mar, y él se acercaba hacia allí. Un hombre solo deambulando entre la muchedumbre, observando, lento y rotundo, pero con la ligereza que da la cubanía no perdida, con la gracia de una sonrisa amplia y bondadosa, donde más que a un arquitecto, ves a un niño que juega a hacer arquitectura.

En París, el 25 de diciembre de 2014, con 89 años, pasó a la historia eterna de los grandes creadores el Maestro del espacio Ricardo Porro.

Para conocer su vida y obra recomiendo el artículo del arquitecto Juan Luis Morales a raíz de la muerte del Maestro, no hay mejor resumen:

Juan Luis Morales Menocal. Fallece en París el arquitecto Ricardo Porro. Cubaencuentro. París. 27/12/2014


Ileana Pérez Drago. 1964, La Habana, Cuba. Doctora en Arquitectura por la Universidad Politécnica de Madrid, Especialista en Restauración Arquitectónica por la Universidad de Valladolid y Arquitecta por el ISPJAE, La Habana. Su experiencia profesional la ha desarrollado en proyectos/obras de rehabilitación/restauración en el Centro Histórico de La Habana y en proyectos/obras de arquitectura de interiores en Madrid y Ciudad de Panamá. Dirigió la actividad docente y fue profesora en la Escuela-Taller Gaspar Melchor de Jovellanos de la Oficina del Historiador de La Habana en su primer ciclo. Investigó por más de diez años sobre la herrería colonial de La Habana en el siglo XIX. Como resultado de su Tesis Doctoral publicó el libro HIERROS DE LA HABANA con la Fundación Diego de Sagredo, Madrid. Actualmente reside en Miami.

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